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Laboriosidad
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que deben ser mayordomos fieles. Los jóvenes, en cualquier tarea
que emprendan, deberían ser “no perezosos; fervientes en espíritu;
sirviendo al Señor”; porque el que es infiel en lo poco lo es también
en lo mucho.—
Manuscrito 117, 1899
.
Si a los niños se les imparte la debida preparación en el hogar,
no se los encontrará en las calles asimilando la educación azarosa
que muchos reciben. Los padres que aman a sus hijos de una manera
sensata, no les permitirán desarrollarse con hábitos de pereza y en la
ignorancia de cómo se realizan los deberes domésticos. La ignoran-
cia no es aceptable para Dios, y es desfavorable para la ejecución de
su obra.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 115
.
El uso provechoso del tiempo
—Cuando hay abundancia de
ociosidad, Satanás trabaja con sus tentaciones para arruinar la vida
y el carácter. Si no se enseña a los jóvenes que realicen trabajo útil,
sean ricos o pobres, están en peligro; porque Satanás encontrará
empleo para ellos según sus propias maquinaciones. Los jóvenes
que no son protegidos mediante los principios, no consideran el
tiempo como un tesoro precioso, un legado de Dios, por el cual cada
ser humano debe rendir cuentas.—
Manuscrito 43, 1900
.
Los niños deberían ser educados para emplear su tiempo de la
mejor manera, para ser útiles a sus padres, para tener confianza en sí
mismos. No debería permitírseles que se consideren superiores como
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para no realizar ninguna clase de trabajo que sea necesario.—
Carta
11, 1888
.
El valor del tiempo escapa a todo cómputo. El tiempo desper-
diciado nunca puede recuperarse. . . .El aprovechamiento de los
momentos perdidos es un tesoro.—
Manuscrito 117, 1899
.
Vénzase todo hábito de indolencia
—Dios, en su Palabra, ha
trazado un plan para la educación de los niños, y los padres deben
seguirlo. Deben enseñar a sus hijos a vencer todo hábito de indolen-
cia. Cada niño debería aprender que tiene una obra que hacer en el
mundo.—
Manuscrito 98, 1901
.
La pereza y la indolencia no son el fruto que debe llevar el árbol
cristiano.—
Manuscrito 24, 1894
.
La indolencia es una gran maldición. Dios ha bendecido a los
seres humanos con nervios, órganos y músculos; y no deben permitir
que se deterioren a causa de la inacción, sino que deben fortalecerlos
y mantenerlos saludables mediante el ejercicio. No tener nada que