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Conducción del Niño
Una vez que se ha formado un hábito, se impresiona más y
más firmemente en el carácter. El intelecto recibe continuamente su
molde por las oportunidades y ventajas mal o bien aprovechadas.
Día tras día formamos caracteres que colocan a los estudiantes,
como soldados bien disciplinados, bajo el estandarte del príncipe
Emanuel, o como rebeldes bajo el estandarte del príncipe de las
tinieblas. ¿Cuál será?—
Manuscrito 69, 1897
.
El esfuerzo perseverante es necesario
—Lo que nos atrevimos
a hacer una vez, estamos más inclinados a hacer otra vez. Los hábitos
de sobriedad, dominio propio, economía, celosa aplicación, de con-
versaciones sanas y sensatas, de paciencia y verdadera cortesía; no
se ganan sin una diligente y celosa vigilancia del yo. Es mucho más
fácil desmolarizarse y depravarse que vender los defectos, mantener
el dominio propio y cultivar las verdaderas virtudes. Se requerirán
esfuerzos perseverantes, si. se quiere que alguna vez se perfeccionen
las gracias cristianas en nuestra vida.—
Testimonies for the Church
4:452
.
Los niños corrompidos ponen en peligro a otros
—Los padres
temerosos de Dios deliberarán y harán planes para decidir la forma
de educar a sus hijos dentro de buenos hábitos. Elegirán compañeros
para sus hijos, en vez de permitirles que, en su inexperiencia, los
elijan por sí mismos.—
The Review and Herald, 24 de junio de 1890
.
Los hijos formarán hábitos erróneos, si en su temprana niñez
no son paciente y perseverantemente educados en la debida forma.
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Esos hábitos se desarrollarán en su vida futura y corromperán a
otros. Aquellos cuya mente ha recibido un molde indigno, que se ha
deteriorado por erróneas influencias del hogar, por prácticas enga-
ñosas, llevan consigo sus hábitos erróneos durante toda la vida. Si
hacen una profesión de religión, esos hábitos se revelarán en su vida
religiosa.—
The Review and Herald, 30 de marzo de 1897
.
El rey Saúl es un triste ejemplo
—La historia del primer rey de
Israel representa un triste ejemplo del poder de los malos hábitos
adquiridos durante la primera parte de la vida. En su juventud, Saúl
no había amado ni temido a Dios; y su espíritu impetuoso, que
no había aprendido a someterse en temprana edad, estaba siempre
dispuesto a rebelarse contra la autoridad divina. Los que en su
juventud manifiestan una sagrada consideración por la voluntad
de Dios y cumplen fíelmente los deberes de su cargo, quedarán