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Ejemplificad los principios cristianos
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Los maestros en la escuela harán algo por la educación de vues-
tros hijos, pero vuestro ejemplo efectuará más de lo que se pueda
lograr por otros medios. Vuestra conversación, la forma en que
manejáis vuestros asuntos comerciales, la forma en que expresáis
vuestros gustos y fobias, todo contribuye a la formación del carácter.
El temperamento bondadoso, el dominio propio, el dominio del yo,
la cortesía que vuestros hijos vean en vosotros, les serán lecciones
diarias. A semejanza del tiempo, esta educación siempre prosigue
y la tendencia de esta escuela de todos los días debiera consistir
en hacer de vuestros hijos lo que debieran ser.—
The Review and
Herald, 27 de junio de 1899
.
Cuidad de no ser rudos con vuestros hijos. . . . Requerid obedien-
cia y no habléis descuidadamente a vuestros hijos, porque vuestras
maneras y palabras son su libro de texto. Ayudadlos suave y tierna-
mente en este período de su vida. La luz de vuestra presencia infunda
luz en su corazón. Esos adolescentes, muchachos y niños, son muy
sensibles y mediante la rudeza podéis dañar toda su vida. Sed cuida-
dosas, madres, nunca regañéis pues eso nunca ayuda.—
Manuscrito
127, 1898
.
Los padres han de ser modelos de dominio propio
—Los ni-
ños debieran estar exentos de excitaciones en todo lo posible. Por lo
tanto, la madre debiera estar tranquila y serena, libre de toda excita-
ción y premura nerviosa. Esta es una escuela de disciplina para ella
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misma tanto como para los niños. Mientras enseña a los pequeños la
lección de la abnegación, se está educando para ser un modelo de sus
hijos. Mientras trabaja con tierno interés el terreno del corazón de
ellos, a fin de someter las inclinaciones pecaminosas naturales, está
cultivando en sus propias palabras y en su propio comportamiento
las gracias del Espíritu.—
Manuscrito 43, 1900
.
Una victoria ganada sobre vosotros mismos será de gran valor
y ánimo para vuestros hijos. Podéis colocaros en terreno ventajoso
diciendo: Soy la heredad de Dios; soy el edificio de Dios. Me coloco
bajo su mano para ser modelado conforme a la similitud divina, a fin
de ser colaborador con Dios al modelar la mente y caracteres de mis
hijos de modo que les sea más fácil caminar en la senda del Señor.
. . . Padres y madres, cuando podáis dominaros, ganaréis grandes
victorias en el dominio de vuestros hijos.—
Carta 75, 1898
.