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Capítulo 45—Con amor y firmeza
Dos caminos y su fin
—Hay dos formas de tratar a los niños:
completamente diferentes en su principio y resultados. La fidelidad
y el amor, unidos con la sabiduría y la firmeza, de acuerdo con las
enseñanzas de la Palabra de Dios, proporcionarán felicidad en esta
vida y en la venidera. El descuido del deber, la complacencia necia,
la negligencia al restringir o corregir las necedades de la juventud,
darán como resultado la desgracia y la ruina final de los hijos, y el
desengaño y angustia de los padres.—
The Review and Herald, 30
de agosto de 1881
.
El amor tiene un hermano gemelo que es el deber. El amor y el
deber se encuentran lado a lado. El amor puesto en ejercicio mien-
tras se descuida el deber, hará a los hijos testarudos, voluntariosos,
perversos, egoístas y desobedientes. Si se emplea el severo deber
solo, sin que el amor lo suavice y domine, tendrá un resultado simi-
lar. El deber y el amor deben fusionarse a fin de que los niños sean
debidamente disciplinados.—
Joyas de los Testimonios 1:325
.
Las faltas no corregidas provocan la desgracia
—Siempre que
parezca necesario negar los deseos u oponerse a la voluntad de un
hijo, debiera impresionárselo seriamente con el pensamiento de que
no se hace para la complacencia de los padres ni para ejercer una
autoridad arbitraria, sino para su propio bien. Debiera enseñársele
que cada falta no corregida le acarreará desgracia y desagradará
a Dios. Bajo una disciplina tal, los hijos encontrarán su mayor
felicidad en someter su voluntad a la voluntad de su Padre celestial.—
Fundamentals of Christian Education, 68
.
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Los jóvenes que siguen sus propios impulsos e inclinaciones no
pueden tener verdadera felicidad en esta vida y al fin perderán la
vida eterna.—
The Review and Herald, 27 de junio de 1899
.
La bondad debe ser la ley del hogar
—El método de gobernar
que tiene Dios, es un ejemplo de cómo se han de educar a los niños.
No hay opresión en el servicio del Señor, y no ha de haber opresión
en el hogar ni en la escuela. Ni los padres ni los maestros deben
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