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Conducción del Niño
permitir que se desprecie su palabra y no se le preste atención. Si
ellos no corrigen a los niños por haber hecho mal, Dios los tendrá
por responsables de su negligencia. Pero no deben abusar de la
censura. Sea la bondad la ley del hogar y de la escuela. Enséñese
a los niños a guardar la ley del hogar y de la escuela. Enséñese
a los niños a guardar la ley de Dios, y por una influencia firme y
amante, apárteselos del mal.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos, 119, 120
.
Tened consideración por la ignorancia pueril
—Padres y ma-
dres, en el hogar debéis representar el carácter de Dios. Habéis de
requerir obediencia no con una tormenta de palabras, sino en una
forma bondadosa y amante. Debéis estar tan llenos de compasión
que vuestros hijos sean atraídos a vosotros.—
Manuscrito 79, 1901
.
Sed amables en el hogar. Restringid cada palabra que pudiera
despertar una mala reacción. La orden divina es: “Padres, no pro-
voquéis a ira a vuestros hijos”. Recordad que vuestros hijos son
jóvenes en años y experiencia. Al dirigirlos y disciplinarlos, sed
firmes pero también bondadosos.—
The Review and Herald, 21 de
abril de 1904
.
Los hijos no siempre disciernen lo correcto de lo erróneo, y
cuando se equivocan, con frecuencia son tratados ásperamente en
vez de ser instruidos bondadosamente.—
Manuscrito 12, 1898
.
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En la Palabra de Dios no se autoriza la severidad paternal ni
la opresión, así como tampoco la desobediencia filial. En la vida
familiar y en el gobierno de las naciones, la ley de Dios fluye de un
corazón de infinito amor.—
Carta 8a, 1896
.
Simpatía por un niño no promisorio
—Los padres necesitan
tratar a sus hijos descarriados con la sabiduría de Cristo. . . . Los
no promisorios necesitan mayor paciencia y bondad, la más tierna
simpatía. Pero muchos padres revelan un espíritu frío y cruel, que
nunca inducirá a los descarriados al arrepentimiento. Sea suavizado
el corazón de los padres por la gracia de Cristo, y su amor llegará al
corazón.—
Manuscrito 22, 1890
.
La regla del Salvador: “Como quisiereis que los hombres hicie-
ren con vosotros, haced vosotros también de la misma manera con
ellos” (
Lucas 6:31
), debería ser adoptada por todos los que empren-
den la educación de los niños y jóvenes. Son ellos los miembros más
jóvenes de la familia del Señor, herederos, como nosotros, de la gra-