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Los primeros maestros
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Considerad a los hijos como un legado
—Los padres deben
considerar a sus hijos como un legado de Dios para ser educados
para la familia celestial. Educadlos en el temor y amor de Dios,
porque “el temor de Dios es el principio de la sabiduría”.—
The
Signs of the Times, 16 de abril de 1896
.
Los que son leales a Dios lo manifestarán en la vida doméstica.
Considerarán la educación de sus hijos como una obra sagrada
encomendada por el Altísimo.—
Manuscrito 103, 1902
.
Los padres deben calificarse como maestros cristianos
—La
importantísima obra de los padres es muy descuidada. Despertad,
padres, de vuestro sueño espiritual y comprended que la primera
enseñanza que reciben los niños debéis dársela vosotros. Debéis
enseñar a vuestros pequeños a conocer a Dios. Debéis realizar esta
obra antes de que Satanás siembre sus semillas en sus corazones.
Dios llama a sus hijos, y deben ser conducidos hacia él, educados en
hábitos de trabajo, limpieza y orden. Esta es la disciplina que Cristo
desea que reciban.—
The Review and Herald, 9 de octubre de 1900
.
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El pecado estará a la puerta de los padres a menos que se des-
pierten y se capaciten para ser maestros inteligentes, seguros y cris-
tianos.—
Manuscrito 38, 1895
.
Es necesaria la unidad entre los padres
—El esposo y la espo-
sa han de estar estrechamente unidos en su obra en la escuela del
hogar Deben ser muy suaves y cuidadosos en su manera de hablar,
no sea que abran una puerta a la tentación a través de la cual Sata-
nás entre para ganar victoria tras victoria. Deben ser mutuamente
bondadosos y corteses, obrando en tal forma que puedan respetar-
se recíprocamente. Cada uno ha de ayudar al otro a fin de rodear
al hogar de una atmósfera agradable y sana. No deberían discutir
en presencia de sus hijos. Deberían conservar siempre la dignidad
cristiana.—
Carta 272, 1903
.
El instructor especial para cada hijo
—La madre siempre de-
bería ocupar un lugar sobresaliente en esta obra de educar a sus hijos.
En tanto que tareas graves e importantes reposan sobre el padre, la
madre mediante una asociación casi constante con sus hijos, espe-
cialmente en sus años más tiernos, siempre debe ser su instructora
especial y compañera.—
Pacific Health Journal, enero de 1890
.
Una educación más amplia que la mera instrucción
—Los
padres deben aprender la lección de la obediencia implícita a la voz