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Las reacciones de los hijos
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la vida de sus hijos debido a la gran pérdida que ellos experimen-
taron? Quizá el padre piense que ésta es la única conducta que es
seguro seguir; pero recuerde que no todas las mentes son iguales,
y que mientras mayores sean los esfuerzos para restringir, más de-
cidido será el deseo de obtener lo que se niega, y el resultado será
la desobediencia a la autoridad paternal El padre quedará adolorido
por lo que considera que es un proceder extraviado de su hijo, y
su corazón sufrirá por esa rebelión. Pero, ¿no sería correcto que
considerara que la causa principal de la desobediencia de su hijo fue
su propia mala disposición para concederle lo que no era pecami-
noso? El padre piensa que es suficiente razón su negativa para que
su hijo se asbtenga de su deseo. Pero los padres debieran recordar
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que sus hijos son seres inteligentes y que deberían tratarlos como
ellos mismos quisieran ser tratados.—
The Signs of the Times, 9 de
febrero de 1882
.
A la severidad
—Los padres que manifiestan un espíritu domi-
nante y autoritario, que les fue transmitido por sus propios padres,
que los induce a ser exigentes en su disciplina e instrucción, no
educarán debidamente a sus hijos. Por la severidad con que tratan
sus errores, despiertan las peores pasiones en el corazón humano y
dejan a sus hijos con un sentimiento de injusticia y equivocación.
Encuentran en sus hijos justamente la disposición de carácter que
ellos mismos les habían impartido.
Tales padres alejan a sus hijos de Dios al hablarles de temas
religiosos; pues la religión cristiana no resulta atrayente y aun es
repulsiva por esa falsa representación de la verdad. Los hijos dirán:
“Si ésta es la religión, yo no la quiero”. Así con frecuencia se crea
una enemistad en el corazón contra la religión; y debido a un uso
indebido de la autoridad, los niños son inducidos a despreciar la
ley y el gobierno del cielo. Los padres han determinado el destino
eterno de sus hijos por su conducta equivocada.—
The Review and
Herald, 13 de marzo de 1894
.
Al proceder tranquilo y bondadoso
—Si los padres desean que
sus hijos sean amables, nunca deben increparlos. Con frecuencia, la
madre se manifiesta irritable y nerviosa. Con frecuencia sacude a su
hijo y le habla ásperamente. Si un niño es tratado en forma tranquila
y bondadosa, eso tendrá mucho éxito para preservar en él un carácter
amable.—
The Review and Herald, 17 de mayo de 1898
.