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Conducción del Niño
de sus hijos sembrando buenas semillas en su corazón, sin dejar
terreno para que se arraiguen las malas. En esta tierna edad, la
amante instrucción de la madre es lo que necesitan los niños para
la formación del carácter.—
Pacific Health Journal, septiembre de
1897
.
Lecciones durante el período de transición
—La madre debie-
ra ser la maestra y el hogar la escuela donde cada niño reciba sus
primeras lecciones, y esas lecciones debieran incluir hábitos de la-
boriosidad. Madres, permitid que los pequeños jueguen al aire libre;
permitidles que escuchen los cantos de los pajarillos y conozcan el
amor de Dios tal como se expresa en sus bellas obras. Enseñadles
sencillas lecciones del libro de la naturaleza y de las cosas que los
rodean, y a medida que sus mentes se expandan, pueden añadirse
lecciones de los libros y pueden fijarse firmemente en la memoria.
Pero aprendan también a ser útiles, aun en sus años más preco-
ces. Enseñadles a pensar que, como miembros del hogar, han de
realizar su parte con interés y espíritu de ayuda, compartiendo las
tareas domésticas y buscando el ejercicio saludable en la realización
de los deberes necesarios del hogar.—
Fundamentals of Christian
Education, 416, 417
.
No necesita ser un proceso penoso
—Tal educación es de un
valor indecible para un niño, y esta preparación no necesita ser un
proceso penoso. Puede darse de tal manera que el niño halle placer
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aprendiendo a ser útil. Las madres pueden entretener a sus hijos
mientras les enseñan a cumplir pequeñas tareas de amor, pequeños
deberes del hogar. Esta es la obra de la madre: instruir pacientemente
a sus hijos, línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito
aquí y un poquito allá. Y al hacer esta obra, la madre misma obtendrá
una educación y una disciplina incalculables.—
Carta 55, 1902
.
La moral puesta en peligro por los compañeros de escuela
No enviéis a vuestros pequeñuelos a la escuela demasiado precoz-
mente. La madre debiera ser cuidadosa al confiar a otras manos el
dar forma a la mente del niño.—
Christian Temperance and Bible
Hygiene, 67
.
Muchas madres creen que no tienen tiempo para instruir a sus
hijos, y a fin de sacárselos del camino y librarse de su ruido y
molestia, los mandan a la escuela. . . .