Página 248 - Conducci

Basic HTML Version

Capítulo 52—La elección de la escuela
Sufrimos pérdidas terribles
—A veces me sorprendo a mí mis-
ma deseando que Dios hable a los padres con una voz audible como
habló a la esposa de Manoa, para decirles lo que deben hacer en
la educación de sus hijos. Experimentamos pérdidas terribles en
cada rama de la obra debido al descuido de la educación en el ho-
gar. Fue esto lo que hizo resaltar la necesidad de escuelas donde
predominara una influencia religiosa. Si hay algo que se pueda ha-
cer para contrarrestar el gran mal, lo haremos con la fortaleza de
Jesús.—
Manuscrito 119, 1899
.
Afrontamos un acontecimiento supremo
—Padres, tutores, co-
locad a vuestros niños en escuelas donde la influencia sea similar
a la que se ejerce en una escuela de hogar rectamente manejada;
escuelas donde los maestros llevarán a los niños hacía adelante paso
tras paso, y en las cuales la atmósfera espiritual sea un sabor de vida
para vida. . . . Depende grandemente de la influencia que los rodee,
después de haber salido de su hogar, entre aquellos a quienes van
en procura de instrucción cristiana, el que nuestros jóvenes que han
recibido una sabia instrucción y una educación de padres piadosos,
continúen o no siendo santificados por la verdad.—
Testimonies for
the Church 8:226
.
¿Qué clase de educadores?
En el mundo hay dos clases de
educadores. Una clase está formada por aquellos a quienes Dios
convierte en canales de luz y la otra clase por aquellos a quienes
Satanás usa como sus agentes, que son sabios para hacer el mal. Una
clase contempla el carácter de Dios y acrecienta su conocimiento de
Jesús, a quien Dios ha enviado al mundo. Esta clase se entrega ple-
namente a aquellas cosas que proporcionarán iluminación celestial,
[284]
sabiduría celestial para la exaltación del alma. Cada facultad de su
naturaleza está sometida a Dios y sus pensamientos han sido coloca-
dos en cautividad ante Cristo. La otra clase está confabulada con el
príncipe de las tinieblas, que siempre está alerta buscando la oportu-
244