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La preparación para la vida práctica
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Enséñese a los niños a compartir las cargas del hogar. Mantén-
gaselos ocupados en algún empleo útil. Muéstreseles cómo hacer
su trabajo fácil y eficientemente. Ayúdeseles a comprender que al
aliviar las cargas de su madre, le están preservando la energía y
prolongando la vida. Más de una madre fati-gada ha descendido a
una tumba prematura sólo porque no se les enseñó a sus hijos que
compartieran sus cargas. Fomentando un espíritu de servicio abne-
gado en el hogar, los padres atraen a sus hijos más cerca de Cristo,
que es la personificación del altruismo.—
Manuscrito 70, 1903
.
Un experimento en la felicidad
—Hijos, sentada vuestra madre
en un cómodo sillón y pedidle que os indique lo que ella haría
primero. ¡Qué sorpresa sería ésta para más de una madre cansada y
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abrumada! Los niños y jóvenes nunca sentirán la paz de la felicidad
hasta que por el fiel cumplimiento de los deberes del hogar alivien
las manos cansadas y el corazón y cerebro fatigados de la madre.
Estos son peldaños en la escalera del progreso que los harán avanzar
para recibir la educación más elevada.
El fiel cumplimiento de los deberes diarios es lo que trae la
satisfacción y la paz propias del verdadero obrero del hogar. Los
que descuidan compartir las responsabilidades del hogar son los
que están perturbados con la soledad y el descontento; pues no han
aprendido la verdad de que los que están contentos, lo están porque
comparten la rutina diaria del trabajo que recae sobre la madre u
otros miembros de la familia. Muchos están dejando sin aprender
las lecciones más útiles que es esencial que entiendan para su bien
futuro.—
Manuscrito 129, 1898
.
La recompensa de la fidelidad en los deberes del hogar
—Es
verdaderamente elevador el fiel cumplimiento de los deberes del
hogar y el llenar el puesto que podéis ocupar de la mejor manera
posible, aunque sea de lo más sencillo y humilde. Se necesita esta
influencia divina. En esto hay paz y sagrado gozo. Posee poder
curador. Secreta e insensiblemente mitigará las heridas del alma y
aun los sufrimientos del cuerpo. La paz mental, que proviene de
acciones y motivos puros y santos, dará libertad y empuje vigoroso a
todos los órganos del cuerpo. La paz interior y una conciencia libre
de culpa delante de Dios reavivarán y vigorizarán el intelecto, como
el rocío que destila sobre las tiernas plantas. La voluntad entonces
es correctamente dirigida y regida y es más decidida y, sin embargo,