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Las bendiciones de la vestimenta correcta
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las flores del campo.—
The Review and Herald, 17 de noviembre de
1904
.
Se enuncian principios guiadores
—Ruego a nuestros herma-
nos que se conduzcan cuidadosa y circunspectamente delante de
Dios. Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo
con los principios de salud. Vistanse nuestras hermanas sencillamen-
te, como muchas lo hacen, que el vestido sea de material bueno y
durable, apropiado para esta edad y que la cuestión del vestido no
llene la mente. Nuestras hermanas debieran vestirse con sencillez.
Debieran vestirse con una ropa modesta, con pudor y sobriedad. Dad
al mundo una ilustración viviente del adorno interno de la gracia de
Dios.—
Manuscrito 167, 1897
.
Síganse las costumbres prevalecientes si son modestas, sa-
ludables y convenientes
—Los cristianos no debieran empeñarse
en convertirse en un hazmerreír vistiéndose en forma diferente del
mundo. Pero si al poner en práctica sus convicciones de lo que co-
rresponde respecto a vestir modesta y saludablemente se encuentran
fuera de moda, no debieran cambiar su vestido a fin de asemejarse al
mundo. Debieran manifestar una noble independencia y valor moral
de hacer lo correcto aunque todo el mundo difiera de ellos.
Si el mundo introduce una moda recatada, conveniente y saluda-
ble, que esté de acuerdo con la Biblia, no cambiará nuestra relación
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con Dios o con el mundo el adoptar tal estilo de vestido. Los cris-
tianos debieran seguir a Cristo y hacer sus vestidos conforme a la
Palabra de Dios. Debieran evitar los extremos. Humildemente de-
bieran seguir un sendero recto, sin tomar en cuenta el aplauso o la
censura y debieran aferrarse a lo correcto por ser correcto.—
Testi-
monies for the Church 1:458, 459
.
Evitad los extremos
—No ocupéis vuestro tiempo esforzándoos
por seguir todas las necias modas del vestido. Vestios pulcra y atrac-
tivamente, pero no os convirtáis en el objeto de observaciones ya
sea por estar demasiado ataviados o por vestiros de una forma des-
cuidada y desaseada. Proceded como si supierais que el ojo del cielo
está sobre vosotros y que vivís bajo la aprobación o desaprobación
de Dios.—
Manuscrito 53, 1912
.
El cuidado en el vestido no se debe confundir con el orgu-
llo
—Hay quienes continuamente insisten en el orgullo y el vestido,
que descuidan sus propios atavíos, que piensan que la suciedad es