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Conducción del Niño
una virtud y se visten sin prolijidad y sin gusto, y su vestimenta
con frecuencia tiene la apariencia de una bolsa [saco] que los recu-
bre. Sus atavíos son sucios, y sin embargo los tales siempre hablan
contra el orgullo. Clasifican a la decencia y a la limpieza con el
orgullo.—
The Review and Herald, 23 de enero de 1900
.
Los que son desprolijos y desaseados en el vestido rara vez se
distinguen por su conversación elevada y poseen sentimientos poco
refinados. A veces consideran que la extravagancia y la tosquedad
son humildad.—
The Review and Herald, 30 de enero de 1900
.
Cristo nos advirtió
—Cristo hizo resaltar la devoción al vestido
y previno, sí, ordenó a sus seguidores que no se preocuparan dema-
siado por él. “Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los
lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan pero os digo, que
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ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos”.
. . . El orgullo y la extravagancia en el vestido son pecados a los
cuales están propensas especialmente las mujeres. De ahí que estas
advertencias se refieran directamente a ellas. ¡De cuán poco valor
son el oro, las perlas, o el atavío costoso cuando se comparan con la
humildad y el encanto de Cristo!—
Christian Temperance and Bible
Hygiene, 93, 94
.
Instrucción bíblica para el pueblo de Dios
—Se me indicaron
los siguientes pasajes. Dijo el ángel: “Han de instruir al pueblo de
Dios” (
1 Timoteo 2:9, 10
): “Asimismo que las mujeres se atavíen de
ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, ni
oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como co-
rresponde a mujeres que profesan piedad” (
1 Pedro 3:3-5
): “Vuestro
atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o
de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorrupti-
ble ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima
delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo
aquellas santas mujeres”.—
Testimonies for the Church 1:189
.
Muchas consideran que esas órdenes son demasiado anticuadas
para que se les preste atención; pero el que las dio a sus discípulos,
comprendía los peligros que entrañaría en nuestro tiempo el amor al
vestido, y nos envió la consiguiente amonestación. ¿Le prestaremos
atención y seremos sabios?—
Joyas de los Testimonios 1:594
.
Los que realmente tratan de seguir a Cristo tendrán concienzudos
escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por satisfacer