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Conducción del Niño
das fácilmente y cesar en vuestras investigaciones. No debéis quedar
tranquilas, hasta que estéis plenamente satisfechas. Están en peligro
la salud y las almas de vuestros amados, lo que hace que este asunto
sea de la mayor importancia. El velar con determinación y vigilar
de cerca, a pesar de las tentativas para evadir y ocultar, generalmen-
te revelarán el verdadero estado del caso. Entonces la madre debe
presentarles fielmente este asunto en su luz verdadera, mostrando su
tendencia envilecedora degradante. Tratad de convencerlos que la
complacencia en este pecado destruirá el respeto propio y la nobleza
del carácter, arruinará la salud y la moral, y su sucia mancha borrará
del alma el verdadero amor a Dios y la belleza de la santidad. La
madre debiera persistir en este asunto hasta que tenga suficientes
evidencias de que ha terminado la práctica.—
An Appeal to Mothers,
13, 14
.
Evitad el apresuramiento y la censura al comenzar
—Quizá
preguntéis: ¿Cómo puedo remediar los males que ya existen? ¿Cómo
comenzaremos el trabajo? Si os falta sabiduría, id a Dios. El ha pro-
metido dar liberalmente. Orad mucho y fervientemente en procura
de la ayuda divina. Una sola regla no se puede seguir en cada caso.
Se necesita ejercer un juicio santificado. No os apresuréis ni agitéis
para atacar a vuestros hijos con censuras. Un proceder tal tan sólo
les provocaría rebelión. Debierais lamentar profundamente cualquier
equivocación cometida que quizá haya abierto la puerta a Satanás
para descarriar a vuestros hijos con sus tentaciones. Sois culpables
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si no los habéis instruido en cuanto a la violación de las leyes de
la salud. Habéis descuidado un deber importante, cuyo resultado
puede verse en las prácticas erróneas de vuestros hijos.—
An Appeal
to Mothers, 20, 21
.
Instruid con dominio propio y simpatía
—Antes de que co-
mencéis la obra de enseñar a vuestros hijos la lección del dominio
propio, debéis aprenderla vosotras mismas. Si os agitáis fácilmente
y os impacientáis, ¿cómo podéis dar la impresión de que sois razo-
nables a vuestros hijos al instruirlos para que dominen sus pasiones?
Con dominio propio y sentimientos de la más profunda simpatía y
compasión, debéis aproximaros a vuestros hijos descarriados para
presentarles fielmente la ruina segura que se efectuará en su organis-
mo si continúan en el proceder que han comenzado: pues mientras
debilitan lo físico y mental, así también lo moral debe sentir la deca-