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Conducción del Niño
quietantes de algo que distraiga la mente y satisfaga el corazón. Han
encontrado la perla de gran precio y la mente está en un descanso
apacible. Sus placeres son de un carácter puro, apacible, elevado y
celestial. No dejan tras sí penosas reflexiones ni remordimientos.
Tales placeres no dañan la salud ni postran la mente, sino que son
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de una naturaleza saludable.
La comunión con Dios y el amor a él, la práctica de la santidad,
la destrucción del pecado, todos son agradables. La lectura de la
Palabra de Dios no fascinará la imaginación ni inflamará las pasio-
nes como los ficticios libros de fantasía, sino que suaviza, ablanda,
eleva y santifica el corazón. Cuando están en dificultades, cuando
son asaltados por fieras tentaciones, tienen el privilegio de la ora-
ción. ¡Qué exaltado privilegio! Los seres finitos, de polvo y ceniza,
admitidos por la mediación de Cristo en la cámara de audiencia del
Altísimo. Con tales prácticas, el alma es colocada dentro de una
sagrada proximidad de Dios y es renovada en conocimiento y ver-
dadera santidad y fortalecida contra los asaltos del enemigo.—
An
Appeal to Mothers, 23, 24
.
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