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La conducción de los niñitos a Cristo
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están bajo una solemnísima obligación de caminar en todos los
mandamientos de Dios, dando a sus hijos un ejemplo de la más
estricta integridad. . .
La ley de Dios es el fundamento de toda reforma duradera.
Hemos de presentar al mundo, en forma clara y distinta, la necesidad
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de obedecer la ley de Dios. El gran movimiento de reforma debe
comenzar en el hogar. La obediencia a la ley de Dios es el gran
incentivo para la laboriosidad, la economía, la veracidad y el trato
justo entre los hombres.—
Carta 74, 1900
.
Enseñadlo a los niños
—¿Habéis enseñado a vuestros hijos,
desde su niñez, que guarden los mandamientos de Dios? . . . Habéis
de enseñarles a formar caracteres a semejanza del modelo divino
para que Cristo se les revele. Está dispuesto a revelarse a los niños.
Sabemos esto por la historia de José, de Samuel, de Daniel y sus
compañeros. ¿No podemos ver por el relato de sus vidas lo que Dios
espera de los niños y de los jóvenes?—
Manuscrito 62, 1901
.
Los padres . . . están bajo la obligación ante Dios de presentar
a sus hijos ante él capacitados desde un periodo muy tierno para
recibir un conocimiento inteligente de lo que significa ser seguidor
de Jesucristo.—
Manuscrito 59, 1900
.
El testimonio de una niña convertida
—La religión les ayuda
a los niños a estudiar mejor y a hacer más fielmente su trabajo.
Una niñita de doce años estaba relatando de una manera sencilla
la evidencia de que era cristiana. Dijo: “No me gustaba estudiar,
sino jugar. Era perezosa en la escuela y, muchas veces, no sabía mis
lecciones. Pero ahora aprendo bien cada lección, para agradar a Dios.
Antes era desaplicada en la escuela y, cuando no me miraban las
maestras, hacía travesuras para que las vieran los otros niños. Ahora
procuro agradar a Dios, portándome bien y observando las reglas
de la escuela. Era egoísta en casa; no me gustaba hacer mandados,
y me enojaba cuando mamá me llamaba del juego para ayudarla
en el trabajo. Ahora me es un verdadero placer ayudar a mi madre
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de cualquier manera que sea, y mostrarle que la amo”.—
Consejos
Sobre la Obra de la Escuela Sabática, 87, 88
.
Cuidado con la dilación
—Padres, debéis comenzar a discipli-
nar las mentes de vuestros hijos en la más tierna edad, a fin de que
sean cristianos. . . Cuidad de no estar arrullándolos sobre el abismo
de la destrucción, con la errónea idea de que no tienen bastante edad