Página 398 - Conducci

Basic HTML Version

394
Conducción del Niño
para ser responsables, ni para arrepentirse de sus pecados y profesar
a Cristo.—
Joyas de los Testimonios 1:146
.
Los niños de ocho, diez y doce años tienen ya bastante edad para
que se les hable de la religión personal. No mencionéis a vuestros
hijos algún período futuro en el que tendrán bastante edad para
arrepentirse y creer en la verdad. Si son debidamente instruidos, los
niños, aun los de poca edad, pueden tener opiniones correctas acerca
de su estado de pecado y el camino de salvación por Cristo.—
Joyas
de los Testimonios 1:150
.
Se me refirió a las muchas promesas preciosas registradas pa-
ra aquellos que buscan temprano a su Salvador. “Acuérdate de tu
Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los malos días,
y lleguen los años, de los cuales digas, no tengo en ellos contenta-
miento”.
Eclesiastés 12:1
. “Yo amo a los que me aman; y me hallan
los que madrugando me buscan”.
Proverbios 8:17
. El gran Pastor de
Israel dice todavía: “Dejad a los niños, y no les impidáis de venir
a mí; porque de los tales es el reino de los cielos”.
Mateo 19:14
.
Enseñad a vuestros hijos que la juventud es el mejor tiempo para
buscar al Señor.—
Joyas de los Testimonios 1:146, 147
.
Sean dirigidos desde la infancia y a través de la juventud
Permitir que un niño siga sus impulsos naturales, es permitirle que se
deteriore y se haga experto en el mal. Los resultados de la educación
[465]
errónea se comienzan a revelar en la niñez. Un temperamento egoísta
se forja en la temprana juventud, y a medida que crece el joven y
pasa a la madurez, crece en el pecado. Los hijos a quienes se ha
permitido seguir la senda de su propia elección dan un continuo
testimonio contra el descuido paternal. Tal sendero de degradación
se puede evitar rodeándolos de influencias que contrarrestarán el mal.
Desde la infancia a la juventud, y de la juventud a la edad madura,
un hijo debiera estar bajo la influencia del bien.—
The Review and
Herald, 15 de septiembre de 1904
.
Fortalézcase a los hijos para las pruebas futuras
—Padres,
formulaos la solemne pregunta: “¿Hemos educado a nuestros hijos
para que se sometan a la autoridad paterna y así se preparen para
obedecer a Dios, para amarlo, para mantener su ley como la norma
suprema de conducta y de vida? ¿Los hemos educado para que sean
misioneros para Cristo? ¿Para que se conduzcan haciendo el bien?”
Padres creyentes, vuestros hijos tendrán que luchar batallas decisivas