Página 413 - Conducci

Basic HTML Version

La Biblia en el hogar
409
enseñada día tras día, por precepto y ejemplo.—
Testimonies for the
Church 5:329
.
Los jóvenes descuidan especialmente el estudio de la Bi-
blia
—Tanto los ancianos como los jóvenes descuidan la Biblia.
No hacen de ella su estudio, la regla de su vida. Especialmente los
jóvenes son culpables de tal negligencia. La mayoría de ellos halla
tiempo para leer otros libros, pero no estudian diariamente el Libro
que señala el camino hacia la vida eterna. Leen atentamente las
historias inútiles, mientras que descuidan la Biblia. Este libro es el
Guía que nos lleva a una vida más elevada y más santa. Los jóvenes
declararían que es el libro más interesante que leyeron alguna vez,
si su imaginación no hubiese quedado pervertida por la lectura de
historias ficticias.
Las mentes juveniles no alcanzan su desarrollo más noble cuando
descuidan la fuente más elevada de sabiduría: la Palabra de Dios.
Que estamos en el mundo de Dios, en presencia del Creador; que
somos hechos a su semejanza; que él vela sobre nosotros y nos ama
y cuida; éstos son maravillosos temas de reflexión y conducen la
mente a amplios y exaltados campos de meditación. El que abre la
mente y el corazón a la contemplación de estos temas, no se quedará
nunca satisfecho con asuntos triviales y sensacionales.—
Consejos
para los Maestros Padres y Alumnos, 107
.
La desobediencia de los padres se refleja en los hijos
—Los
niños son observadores aun en sus más tiernos años, y si los padres
demuestran que la Palabra de Dios no es su guía y consejero, si
desobedecen los mensajes que se les presentan, se manifestará en
los hijos el mismo espíritu temerario de “no me importa; haré mi
propia voluntad”.—
Manuscrito 49, 1898
.
Dad a la Palabra un lugar de honor
—Como pueblo que ha te-
nido gran luz, debemos ejercer una influencia elevadora en nuestros
[482]
hábitos, en nuestras palabras, en nuestra vida doméstica y amistades.
Dad a la Palabra un puesto de honor como guía en el hogar. Con-
sidéresela como el consejero en cada dificultad, la norma en cada
práctica. ¿Estarán convencidos mis hermanos y hermanas de que
no puede haber nunca verdadera prosperidad en ninguna alma del
círculo familiar a menos que presida la verdad de Dios, la sabiduría
de la rectitud? Los padres y madres debieran hacer todo esfuerzo
posible para elevar su mente del hábito perezoso de considerar como