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El sábado el día de delicia
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amor por el hombre en sus obras creadas y se sentirán atraídos e
interesados. No correrán el peligro de asociar el carácter de Dios
con todo lo severo y adusto; sino que al ver las cosas bellas que creó
para la felicidad del hombre, serán inducidos a considerarle como
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un Padre tierno y amable. Verán que sus prohibiciones no han sido
hechas simplemente para manifestar su poder y autoridad, sino que
buscan la felicidad de sus hijos. Y al cobrar el carácter de Dios el
aspecto atrayente del amor, la benevolencia y la belleza, se sentirán
inducidos a amarle. Podéis llamarles la atención a las aves hermosas
que llenan el aire de música con sus felices cantos, los tallos de la
hierba y las flores perfectas de llamativos matices que perfuman el
aire. Todas estas cosas proclaman el amor y la habilidad del Artista
celestial, y revelan la gloria de Dios.
Padres, ¿por qué no hacéis uso de las lecciones preciosas que
Díos nos ha enseñado en el libro de la naturaleza para dar a nuestros
hijos una idea correcta de su carácter? Los que sacrifican la sencillez
por la moda, y se privan de admirar la belleza de la naturaleza, no
pueden ser espirituales, no pueden comprender la habilidad y el
poder de Dios según se revelan en sus obras creadas; por lo tanto,
sus corazones no palpitan con nuevo amor e interés, y no se llenan
de reverencia al vislumbrar a Dios en la naturaleza.—
Joyas de los
Testimonios 1:277, 278
.
El valor del sábado, como medio de educación, es inestimable.
Cualquier cosa que Dios nos pida, nos la devuelve enriquecida y
transfigurada con su propia gloria. . . .
El sábado y la familia fueron instituidos en el Edén, y en el
propósito de Dios están indisolublemente unidos. En ese día, más
que en cualquier otro, nos es posible vivir la vida del Edén. Era el
plan de Dios que los miembros de la familia se asociasen en el trabajo
y en el estudio, en el culto y en la recreación, el padre como sacerdote
de su casa, y él y la madre, como maestros y compañeros de sus hijos.
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Pero los resultados del pecado, al cambiar las condiciones de la vida,
han impedido, en extenso grado, esta asociación. Con frecuencia
ocurre que el padre apenas ve los rostros de sus hijos durante la
semana. Se encuentra casi totalmente privado de la oportunidad de
ser compañero de ellos e instruirlos. Pero el amor de Dios ha puesto
un límite a las exigencias del trabajo. En su día reserva a la familia