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La reverencia por lo que es santo
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vida comercial. Debiera haber un solemne temor reverente en los
adoradores cuando entran en el santuario, y debieran dejar tras sí
todos los pensamientos mundanos comunes, pues ése es el lugar
donde Dios revela su presencia. Es como la cámara de audiencia del
gran Dios eterno. Por lo tanto, el orgullo y la pasión, la disensión
y la egolatría, el egoísmo y la avaricia, que Dios denuncia como
idolatría, son inapropiados para tal lugar.—
Manuscrito 23, 1886
.
No se ha de manifestar un espíritu de liviandad
—Padres, es
vuestro deber tener a vuestros hijos en perfecta sujeción, habiendo
dominado todas sus pasiones y mal genio. Y si los niños son llevados
al culto, debiera hacérseles saber y entender dónde están: que no
están en casa, sino donde Dios se encuentra con su pueblo. Y debiera
mantenérselos tranquilos y sin jugar, y Dios volverá su rostro hacia
vosotros para encontraros y bendeciros.
Si se observa orden en las asambleas de los santos, la verdad
tendrá un efecto mejor sobre todos los que la oyen. Se fomentará
una solemnidad que es muy necesaria y habrá poder en la verdad
para conmover hasta lo más profundo del alma, y no penderá sobre
los que oyen un estupor semejante a la muerte. Serán afectados
los creyentes y los incrédulos. Pareciera evidente que en algunos
lugares el arca de Dios ha sido quitada de la iglesia, pues se han
violado los santos mandamientos y la fortaleza de Israel ha sido
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debilitada.—
The Review and Herald, 19 de septiembre de 1854
.
Sacad a los niños que disturben
—Ud. debiera enseñar a su
hijo a obedecer como le obedecen a Dios los hijos de Dios. Si
se mantiene esta norma, una palabra suya tendrá peso cuando su
hijo esté inquieto en la casa de Dios. Pero si los niños no pueden
ser reprimidos, si los padres sienten que la restricción se parece
mucho a una extorsión, el niño debiera ser sacado de la iglesia
inmediatamente. No se debiera dejarlo para que distraiga la mente
de los oidores con sus charlas y carreras. Dios es deshonrado por la
forma descuidada en que muchos padres están con sus hijos en la
iglesia.—
Carta 1, 1877
.
La irreverencia se fomenta por la ostentación
—Debe ense-
ñarse a todos a ser aseados, limpios y ordenados en su indumentaria,
pero sin dedicarse a los adornos exteriores que son completamente
impropios para el santuario. No debe haber ostentación de trajes;
porque esto estimula la irreverencia. . . . En todos los asuntos de la