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Conducción del Niño
su casa. Debo tener pensamientos puros y los más santos motivos.
No debo abrigar orgullo, envidias, celos, malas sospechas, odios ni
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engaño en mi corazón, porque vengo a la presencia del Dios santo.
Este es el lugar donde Dios se encuentra con su pueblo y lo bendice.
El Santo y Sublime, que habita la eternidad, me mira, escudriña
mi corazón y lee los pensamientos y los actos más secretos de mi
vida”.—
Joyas de los Testimonios 2:196
.
Permanezcan con sus padres
—El gusto moral de los que ado-
ran en el santo santuario de Dios debe ser elevado, refinado y san-
tificado. Esto se ha descuidado tristemente. Su importancia se ha
pasado por alto y como resultado han prevalecido el desorden y la
irreverencia, y Dios ha sido deshonrado. Cuando los dirigentes de la
iglesia, ministros y miembros, padres y madres, no tienen opiniones
elevadas sobre el asunto, ¿qué se puede esperar de los niños inexper-
tos? Con demasiada frecuencia se los encuentra en grupos, separados
de los padres que debieran encargarse de ellos. No obstante estar en
la presencia de Dios y bajo su mirada, son livianos y triviales, cu-
chichean y ríen, son descuidados, irreverentes y desatentos.—
Joyas
de los Testimonios 2:199
.
Sed tranquilos y sosegados
—No tengáis tan poca reverencia
hacia la casa y el culto de Dios que converséis con otros durante
el sermón. Si los que cometen esta falta pudiesen ver a los ángeles
de Dios que los miran y toman en cuenta su acción se llenarían de
vergüenza y de aborrecimiento propio. Dios quiere oidores atentos.
El enemigo sembró la cizaña mientras el hombre dormía.—
Mensajes
para los Jóvenes, 264
.
No hemos de proceder como en un lugar común
—Debiera
haber un lugar sagrado, como el santuario de la antigüedad, donde
Dios se encuentre con su pueblo. Ese lugar no debiera usarse como
comedor ni como oficina, sino sencillamente para el culto de Dios.
Cuando los niños asisten a la escuela en el mismo lugar donde
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se reùnen para rendir culto en el sábado, no se puede hacer que
sientan la santidad del lugar y que entren en él con sentimientos de
reverencia. Se mezclan de tal manera lo sagrado y lo común que es
difícil distinguirlos.
Por esta razón, la casa o santuario dedicado a Dios no debiera
convertirse en un lugar común. Su santidad no se debiera confundir
ni mezclar con los sentimientos comunes de todos los días o de la