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La coordinación del hogar y de la iglesia
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hijos será llenado con un sentimiento de oposición al gobierno de
Dios. El poder del Espíritu Santo resultará ineficaz para suavizar y
subyugar sus corazones. Si en años posteriores, en circunstancias
especiales, se entregan al Evangelio de Cristo, tendrán que reñir
terribles batallas para someter la voluntad desleal a la voluntad
de Dios. Con frecuencia la iglesia tiene que sufrir debido a sus
miembros, a causa de la errónea educación recibida por ellos en la
niñez. Cuando eran niños, se les permitía practicar el engaño a fin
de salirse con la suya, y el espíritu rebelde que se permitía en el
hogar, será el último en prestar obediencia a los requerimientos de
la Palabra de Dios.—
The Review and Herald, 30 de marzo de 1897
.
La espiritualidad puede ser muerta por la crítica
—Cuando
os sintáis tentados a hablar palabras duras, orad por la gracia para
resistir la tentación. Recordad que vuestros hijos hablarán así como
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os oyen hablar. Los estáis educando por vuestro ejemplo. Recordad
que si habláis palabras ásperas a otros miembros de iglesia, hablaríais
la misma clase de palabras en el cielo, si se os permitiera entrar en
él. . . .
Después de la familia, viene la iglesia. La influencia de la fa-
milia ha de ser tal que resulte en ayuda y bendición para la iglesia.
Nunca pronunciéis una palabra de crítica o de queja. Hay iglesias
en las cuales casi ha muerto la espiritualidad debido al espíritu de
crítica que se ha permitido que entrara. ¿Por qué hablamos palabras
de condenación y censura? Quedar en silencio es el más poderoso
reproche que se puede dar al que os habla palabras ásperas y des-
corteses. Guardad perfecto silencio. Con frecuencia, el silencio es
elocuencia.—
Manuscrito 21, 1903
.
El cuidado de la juventud desvalida
—Los jóvenes y señoritas
que no están bajo la influencia del hogar necesitan que alguien cuide
de ellos y les manifieste interés; y los que hacen esto suplen una gran
necesidad y están haciendo tan ciertamente una obra para Dios y la
salvación de las almas como el ministro desde el púlpito. Esta obra
de benevolencia desinteresada, al trabajar para el bien de los jóvenes,
es nada menos que lo que Dios requiere de cada uno de nosotros.
¡Cuán fervientemente debiera trabajar el cristiano èxperimentado
para evitar la formación de aquellos hábitos que indeleblemente
malogran el carácter! Los seguidores de Cristo hagan la Palabra