La hora es tardía
445
más importante obra de la vida para el padre y la madre.—
Carta 64,
1911
.
Preguntas solemnes para los padres
—Padres y madres, ¿có-
mo están vuestros registros? ¿Habéis sido fieles a vuestro cometido?
Al ver a vuestros hijos inclinados a seguir una conducta que sabíais
resultaría en pensamientos, palabras y actos impuros, habiendo pe-
dido primero la ayuda de Dios, ¿habéis tratado de mostrarles su
peligro? ¿Les habéis señalado el peligro de tomar la senda de su
propia elección? Madres, ¿habéis descuidado vuestra obra dada por
Dios: la más grande obra jamás dada a los mortales? ¿Os habéis
rehusado a llevar vuestras responsabilidades dadas por Dios? En el
tiempo de angustia que está delante de nosotros, cuando los juicios
de Dios caigan sobre los impuros y los no santificados, ¿os maldeci-
rán vuestros hijos debido a vuestra negligencia?—
The Review and
Herald, 23 de diciembre de 1902
.
Los padres que son nuevos en el mensaje necesitan instruc-
ción
—Los que llevan el último mensaje de misericordia al mundo
deben sentir que es su deber instruir a los padres acerca de la reli-
gión en el hogar. El gran movimiento de reforma debe principiar
presentando a los padres, las madres y los hijos los principios de
[527]
la ley de Dios. A medida que se presentan los requerimientos de
la ley de Dios, y los hombres y mujeres se convencen de su deber
de acatarla, muéstreseles la responsabilidad de su decisión, no sólo
para consigo mismos sino para con sus hijos. Muéstreseles que la
obediencia a la Palabra de Dios es nuestra única salvaguardia contra
los males que están arrastrando al mundo a la destrucción.—
Joyas
de los Testimonios 2:406
.
Nuestros jóvenes necesitan ayuda y ánimo
—Ahora es nuestro
momento y oportunidad de trabajar por la juventud. Decidles que
estamos ahora en una crisis peligrosa y necesitamos saber discernir la
verdadera piedad. Nuestra juventud necesita ser ayudada, levantada
y alentada, pero de la manera debida; no, por ejemplo, como ella lo
querría, sino de la manera que le ayude a tener mentes santificadas.
Necesitan religión buena y santificadora más que cualquier otra
cosa.—
La Educación Cristiana, 497
.
No os demoréis
—Los acontecimientos venideros están proyec-
tando su sombra sobre nuestro sendero. Padres, madres, os exhorto a
hacer los más fervientes esfuerzos ahora en favor de vuestros hijos.