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Capítulo 10—La clave de la felicidad y el éxito
La felicidad depende de la obediencia
—Recuerden los padres,
las madres y los educadores de nuestras escuelas que la enseñanza
de la obediencia a los niños es una rama superior de la educación.
Demasiado poca importancia se le atribuye a este aspecto de la
educación.—
Manuscrito 92, 1899
.
Los niños serán más felices, mucho más felices, bajo la debida
disciplina que si se los deja obrar siguiendo la sugerencia de sus
impulsos no educados.—
Manuscrito 49, 1901
.
La diligente y continua obediencia a los sabios reglamentos
establecidos por los padres promoverá la felicidad de los niños tanto
como honrará a Dios y hará bien a la sociedad. Los niños deben
aprender que su perfecta libertad está en la sumisión a las leyes de
la familia. Los cristianos aprenderán la misma lección: que en su
obediencia a la ley de Dios está su perfecta libertad.—
The Review
and Herald, 30 de agosto de 1881
.
La voluntad de Dios es la ley del cielo. Mientras esa ley fue la
regla de la vida, toda la familia de Dios se mantuvo santa y feliz.
Pero cuando se desobedeció la ley divina, entonces se introdujeron
la envidia, los celos y las luchas, y cayó una parte de los habitantes
del cielo. Mientras se reverencie la ley de Dios en nuestros hogares
terrenales, la familia será feliz.—
The Review and Herald, 30 de
agosto de 1881
.
La desobediencia causó la pérdida del Edén
—El relato de
la desobediencia de Adán y de Eva en el mismo comienzo de la
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historia de esta tierra ha sido dado extensamente. Mediante ese
solo acto de desobediencia, nuestros primeros padres perdieron su
hermoso hogar edénico. ¡Y era una cosa tan pequeña! Tenemos
razón para estar agradecidos de que no haya sido un asunto de más
importancia, porque de haber sido así, las pequeñas transgresiones
en la desobediencia se habrían multiplicado. Fue la prueba más
pequeña que Dios pudo darle a la santa pareja en el Edén.
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