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La clave de la felicidad y el éxito
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La desobediencia y la transgresión siempre constituyen una gran
ofensa contra Dios. La infidelidad en lo que es más pequeño, pronto,
si no se la corrige, conduce a la transgresión en lo que es grande.
No es la grandeza de la desobediencia, sino la desobediencia en sí
misma lo que constituye un crimen.—
Manuscrito 92, 1899
.
El fundamento de la prosperidad temporal y espiritual
—La
prosperidad temporal y espiritual han sido prometidas a condición
de que se obedezca la ley de Dios. Pero no leemos la Palabra de
Dios y así no nos familiarizamos con los términos de la bendición
que ha de darse a todos los que prestan diligente atención a la ley de
Dios y la enseñan diligentemente a sus familias. La obediencia a la
Palabra de Dios es nuestra vida, nuestra felicidad. Contemplamos el
mundo y lo vemos gemir bajo el peso de la impiedad y la violencia
de los hombres que han rebajado la ley de Dios. El ha retirado su
bendición de los huertos y los viñedos. Si no fuera por su pueblo
que guarda los mandamientos y que vive en la tierra, no detendría
sus juicios. Extiende su misericordia a causa de los justos que lo
aman y le temen.—
Manuscrito 64, 1899
.
Conducid a los niños por las sendas de la obediencia
—Los
padres tienen el deber sagrado de conducir a sus hijos por las sendas
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de una estricta obediencia. La verdadera felicidad en esta vida y
en la vida futura dependen de la obediencia a un “así dice Jehová”.
Padres, permitid que la vida de Cristo sea el modelo. Satanás ideará
todo medio posible para destruir esta elevada norma de piedad como
si fuera demasiado estricta. Vuestra obra consiste en impresionar a
vuestros hijos en sus tiernos años con el pensamiento de que han
sido formados a la imagen de Dios. Cristo vino a este mundo para
darles un ejemplo viviente de lo que todos deben ser, y los padres
que pretenden creer la verdad para este tiempo deben enseñar a sus
hijos a amar a Dios y a obedecer su ley. . . . Esta es la obra más
grande y más importante que los padres y las madres puedan realizar.
. . . Dios se propone que aun los niños y los jóvenes comprendan
inteligentemente lo que él requiere, para que puedan distinguir entre
la justicia y el pecado, entre la obediencia y la desobediencia.—
Manuscrito 67, 1909
.
La obediencia ha de resultar agradable
—Los padres debe-
rían educar a sus hijos línea sobre línea, precepto sobre precepto,
un poquito aquí, un poquito allá, sin permitir ningún alejamiento de