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Conducción del Niño
Requiérase una obediencia rápida y perfecta
—Cuando los
padres dejan de requerir una obediencia rápida y perfecta de sus
hijos, fracasan en colocar el debido fundamento del carácter en
sus pequeños. Preparan a sus hijos para deshonrarlos cuando sean
mayores, y llenarán de tristeza su corazón cuando se acerquen a la
tumba.—
Manuscrito 18, 1891
.
Los requerimientos deberían ser razonables
—Los requeri-
mientos de los padres deben ser siempre razonables; deben expresar
bondad, no por una negligencia insensata, sino por una sabia direc-
ción. Han de enseñar a sus hijos en forma agradable, sin reñir ni
censurarlos, procurando ligar consigo el corazón de los pequeñuelos
con sedosas cuerdas de amor. Sean todos, padres y madres, maestros,
hermanos y hermanas mayores, una fuerza educadora para fortalecer
todo interés espiritual, y para introducir en el hogar y en la vida es-
colar una atmósfera sana que ayude a los niños menores a crecer en
la educación y admonición del Señor.—
Consejos para los Maestros
Padres y Alumnos, 122
.
En la enseñanza de nuestros propios hijos, y en la enseñanza de
los hijos ajenos, hemos comprobado que ellos no aman menos a sus
padres y guardianes por restringirlos de hacer el mal.—
The Review
and Herald, 10 de mayo de 1898
.
Deberían darse las razones por las que se exige obediencia
Los niños deben aprender a obedecer en el gobierno de la familia.
Deben forman un carácter simétrico que Dios pueda aprobar, man-
teniendo la vigencia de la ley en la vida doméstica. Los padres
cristianos han de educar a sus hijos para que obedezcan la ley de
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Dios. . . . Las razones para esta obediencia y respeto de la ley de
Dios pueden imprimirse en los niños tan pronto como puedan com-
prender su naturaleza, de modo que sepan qué deben hacer, y qué
deben abstenerse de hacer.—
Manuscrito 126, 1897
.
La palabra de los padres debería ser ley
—Vuestros hijos, que
están bajo vuestro control, deben ser inducidos a respetaros. Vuestra
palabra debería ser ley.—
The Review and Herald, 19 de septiembre
de 1854
.
Muchos padres cristianos fracasan en la tarea de
mandar
a sus
hijos después de ellos, y luego se admiran de que sus hijos sean
perversos, desobedientes, desagradecidos e impíos. Tales padres
están bajo el reproche de Dios. Han descuidado el deber de criar a