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Conducción del Niño
contra el suelo. . . . Que las madres los eduquen en su infancia.
Comenzad con los cantos de Belén. Estos suaves acordes ejercen
una influencia aquietadora: Cantadles esas melodías subyugadoras
que hablan de Cristo y de su amor.—
Manuscrito 9, 1893
.
No manifestéis indecisión
—El mal genio del niño debería do-
minarse tan pronto como sea posible; porque cuanto más se descuide
este deber, tanto más difícil será realizarlo. Los niños de tempera-
mento irritable y colérico necesitan el cuidado especial de sus padres.
Debe tratárselos en forma particularmente bondadosa pero firme; no
debería haber indecisiones de parte de los padres en su caso. Debe-
rían fomentarse y fortalecerse cuidadosamente los rasgos de carácter
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que detendrían naturalmente el desarrollo de sus faltas peculiares.
Complacer a un niño de un genio apasionado y perverso resultará
en su ruina. Sus faltas se fortalecerán a medida que transcurran sus
años, retardarán el desarrollo de su mente, y sobrepujarán a todos los
rasgos buenos y nobles de carácter.—
Pacific Health Journal, enero
de 1890
.
El ejemplo de dominio propio de los padres es vital
—Algu-
nos padres no tienen dominio sobre sí mismos. No controlan sus
propios apetitos mórbidos o su temperamento colérico; por lo tanto,
no pueden educar a sus hijos en lo que atañe a la negación del apeti-
to, ni enseñarles dominio propio.—
Pacific Health Journal, octubre
de 1897
.
Si los padres quieren enseñar dominio propio a sus hijos, deben
primero formar ese hábito en sí mismos. Los regaños y las manías
de criticar de los padres estimulan un temperamento precipitado e
impetuoso en sus hijos.—
The Signs of the Times, 24 de noviembre
de 1881
.
No os canséis de hacer el bien
—Los padres son demasiado
aficionados a la facilidad y al placer para realizar la obra que Dios les
señaló en su vida de hogar. No veríamos el terrible estado de maldad
que existe entre la juventud de hoy, si hubiera sido debidamente
educada en el hogar. Si los padres reasumieran la tarea que Dios
les ha encomendado y enseñaran la moderación, la abnegación y el
dominio propio a sus hijos, tanto por precepto como por ejemplo,
encontrarían que mientras procuran cumplir con su deber, como para
recibir la aprobación de Dios, aprenderían preciosas lecciones en la