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Capítulo 17—La limpieza
Dios es exigente
—Dios ordenó a los hijos de Israel que lavaran
su ropa y desecharan toda impureza de su campamento, para que
cuando él pasara no viera su inmundicia. Dios pasa por nuestros
hogares actualmente y contempla las condiciones insalubres en
que viven las familias y los malos hábitos. ¿No conviene que nos
reformemos con presteza?
Padres, Dios os ha hecho sus instrumentos a fin de que comu-
niquéis en la mente de vuestros hijos los principios correctos. Dios
os ha confiado a los pequeños, y ese Dios que fue tan exigente,
que indicó que los hijos de Israel cultivaran hábitos de limpieza, no
sancionará ninguna impureza en el hogar de hoy. Dios os ha dado
la obra de educar a vuestros hijos en este sentido, y al enseñar a
vuestros hijos hábitos de limpieza, les estáis enseñando lecciones
espirituales. Comprenderán que Dios desea que sean pulcros de
corazón tanto como de cuerpo, y serán conducidos a la comprensión
de los puros principios que Dios desea que gobiernen cada acto de
nuestros días.—
Manuscrito 32, 1899
.
Si Dios fue tan exigente que ordenó la limpieza en el viaje por el
desierto, cuando estaban continuamente al aire libre, no requiere me-
nos de nosotros que vivimos en casas cerradas, donde las impurezas
se ven mejor y tienen una mayor influencia sobre la salud.—
Coun-
sels on Health, 82
.
La limpieza debería automatizarse
—La falta de limpieza en el
hogar es un grave error porque tiene una gran influencia deformadora
en la persona. Aun en la infancia, deberían dirigirse correctamente
la mente y los hábitos de los niños. . . . Mostradles que la falta
de limpieza, sea en el cuerpo o el vestido, es desagradable para
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Dios. Enseñadles a comer con limpieza. Vigilad constantemente que
esos hábitos se automaticen. . . . Como resultado, la impureza será
despreciada como debe serlo. . . .
Ojalá que todos comprendan que estos pequeños deberes no de-
ben descuidarse. Toda su vida futura recibirá el molde de los hábitos
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