Página 110 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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Cristo Nuestro Salvador
fué recibido en la nube. Volverá en una gran nube blanca, y “todo
ojo le verá.”
Apocalipsis 1:7
.
El día exacto y la hora de su venida no han sido revelados. Cristo
dijo a sus discípulos que él mismo no podía decirles el día o la
hora de su segunda aparición. Pero citó algunos acontecimientos
mediante los cuales podrían saber cuándo se acercara su venida.
“Habrá señales-dijo-en el sol, y en la luna, y en las estrellas.”
Lucas 21:25
. Y aun se expresa más claramente al decir: “El sol se
obscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo.”
Mateo 24:29
.
“Sobre la tierra,” dijo, habrá “angustia de naciones, en perple-
jidad, a causa de los bramidos del mar y la agitación de las ondas;
desfalleciendo los hombres de temor, y en expectativa de las cosas
que han de venir sobre la tierra habitada.”
Lucas 21:25, 26
.
[163]
“Y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo,
con poder y grande gloria. Y enviará sus ángeles con grande estruen-
do de trompeta, los cuales juntarán a sus escogidos de los cuatro
vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.”
Mateo 24:30, 31
.
El Salvador agregó: “De la higuera, pues, aprended la semejanza:
Cuando su rama ya se enternece, y hace brotar las hojas, sabéis que
el verano está cerca: así también vosotros, cuando viereis todas estas
cosas, sabed que él está cerca, a las puertas.”
Mateo 24:32, 33
.
Cristo dió estas señales de su venida para que sepamos cuándo
está cerca, a las puertas mismas. Cuando los árboles echan hojas
en la primavera, sabemos que el verano está cerca. Pues bien, con
no menos seguridad sabremos que la segunda venida de Cristo está
cercana, cuando las señales aparezcan en el sol, en la luna y en las
estrellas.
Las señales han aparecido. El 19 de mayo de 1780, el sol se
obscureció. Aquel día se conoce en la historia como “el día obs-
curo.” En la parte oriental de la América del Norte fué tan grande
la obscuridad que en muchos sitios hubo que prender luz a medio-
día. Hasta después de medianoche, la luna, a pesar de estar llena,
no dió luz alguna. Muchos creyeron que había llegado el día del
juicio. No pudo darse más razón satisfactoria de tan extraordinaria
obscuridad que la que encontramos en las palabras de Cristo. El
obscurecimiento del sol y de la luna fué una señal de la venida de
Cristo.
[164]