Página 15 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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Visita de los sabios de oriente
Dios no quiso dejar al pueblo en la ignorancia tocante a la misión
de su Hijo. Los sacerdotes debieran haber enseñado a la gente a
esperar al Salvador; pero no sabían ellos mismos nada de su venida.
Por lo tanto, Dios mandó a sus ángeles para que dijeran a los
pastores que el Cristo había nacido, y para que les indicaran donde
podían encontrarle.
Asimismo, cuando Jesús fué presentado en el templo, hubo quie-
nes le recibieron como Salvador. Dios había conservado la vida a
Simeón y Ana para darles el gozoso privilegio de atestiguar que el
niño Jesús era el Mesías prometido.
Quiso Dios que otros, además de los judíos, supieran que ya
había venido al mundo el Salvador. En el Oriente vivían unos sa-
bios que habían leído las profecías concernientes al Mesías, y que
opinaban que no tardaría en aparecer.
Los judíos consideraban a aquellos hombres como paganos, pero
no eran idólatras. Eran hombres sinceros que anhelaban conocer la
verdad y hacer la voluntad de Dios.
Dios conoce los corazones, y vió que aquellos hombres eran
dignos de confianza. Hallábanse en mejores condiciones para recibir
su luz celestial que los sacerdotes henchidos de orgullo y egoísmo.
Aquellos eran filósofos. Habían reconocido la mano de Dios en
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la naturaleza, y por ella habían aprendido a amarle. Habían estudiado
las estrellas y conocían sus movimientos.
Se habían familiarizado con la marcha nocturna de aquellos
mundos celestes. Al notar la presencia de una nueva estrella, consi-
deraron su aparición como acontecimiento muy notable.
La noche en que los ángeles hablaron a los pastores de Belén,
los magos habían observado una luz extraña en el cielo. Era la gloria
que rodeaba a la hueste angélica.
Cuando aquella luz se hubo apagado, vieron algo que parecía ser
una estrella nueva en el cielo. En el acto recordaron la profecía que
dice: “De Jacob ha salido una Estrella, y de Israel se ha levantado
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