Página 33 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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Principio de su ministerio
Después de la tentación en el desierto, Cristo volvió al Jordán
donde Juan el Bautista estaba predicando. En esa ocasión ciertos
enviados de los gobernantes de Jerusalén estaban interrogando a
Juan respecto a su autoridad para enseñar y bautizar al pueblo.
Le preguntaron si él era el Mesías, o Elías, o “el profeta,” es decir
Moisés. A todo esto contestó: “No soy.” Entonces le preguntaron:
“¿Quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron.
“Yo soy—dijo él—la voz de uno que clama en el desierto: ¡En-
derezad el camino del Señor! según dijo el profeta Isaías.”
Juan 1:22,
23
.
En tiempos antiguos cuando un rey viajaba de una parte del país
a otra, enviaban hombres delante de él para preparar los caminos.
Cortaban árboles, quitaban piedras y llenaban hoyos a fin de que el
camino quedara en buen estado para el rey.
Asimismo cuando el Rey del cielo vino, Juan el Bautista fué
enviado para preparar el camino, o sea, para anunciar a los hombres
su venida y llamarlos al arrepentimiento
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Mientras Juan respondía a las preguntas de los mensajeros, vió a
Jesús en la orilla del Jordán. Sus facciones se iluminaron y exten-
diendo las manos dijo:
“En medio de vosotros está uno, a quien no conocéis, el mismo
que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la
correa de su zapato.”
Juan 1:26, 27
.
El pueblo se conmovió mucho. ¡El Mesías estaba en medio de
él! Todos miraban ansiosamente hacia uno y otro lado para ver a
Aquel de quien Juan había hablado. Jesús empero se había mezclado
con la multitud y había desaparecido de la vista.
El día siguiente Juan vió a Jesús y señalándolo clamó: “¡He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”
Al resucitar la hija de Jairo, el Señor Jesús dió una prueba patente de la mise-
ricordia con que ejerció su ministerio desde el mismo momento en que lo inició
.
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