Página 39 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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Las enseñanzas de Jesús
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“Porque así dice el Alto y el Excelso, que habita la eternidad,
y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en el lugar alto y santo;
habito también con aquel que es de espíritu contrito y humilde; para
vivificar el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de
los contritos.”
Isaías 57:15
.
“Bienaventurados los que lloran.” Es decir, no los que se quejan
de continuo y murmuran y andan de acá para allá con semblante
decaído y malhumorados, sino los que están verdaderamente apesa-
dumbrados por causa de sus pecados y piden perdón a Dios.
A todos éstos él los perdonará gustoso, pues dice: “Cambiaré
su duelo en alborozo, y los consolaré, y los alegraré después de su
dolor.”
Jeremías 31:13
;
Mateo 5:5
.
[53]
“Bienaventurados los mansos.” Cristo dice: “Aprended de mí;
porque soy manso y humilde de corazón.”
Mateo 11:29
. Cuando
fué maltratado injustamente, devolvió bien por mal. Así nos dió un
ejemplo para que lo sigamos.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.”
Mateo
5:6
. Tener justicia es hacer lo justo. Entraña obedecer a la ley de
Dios, pues en dicha ley se hallan los principios de la justicia. La
Biblia dice: “Todos tus mandamientos son justicia.”
Salmos 119:172
,
Versión Valera.
Con su ejemplo, Cristo enseñó a los hombres a obedecer aquella
ley. En su vida se revela la justicia de la ley. Tenemos hambre y sed
de justicia cuando deseamos conformar todos nuestros pensamientos,
palabras y actos con los de Cristo.
Y podemos ser semejantes a Cristo si lo deseamos sinceramente.
Podemos hacer que nuestras vidas se parezcan a la suya y que
nuestras acciones concuerden con la ley de Dios. El Espíritu Santo
infundirá el amor de Dios en nuestros corazones de manera que nos
deleitaremos en hacer su voluntad.
Dios está más dispuesto a darnos su Espíritu que los padres a
dar cosas buenas a sus hijos. Su promesa es: “¡Pedid, y se os dará!”
Lucas 11:9
;
Mateo 7:7
. Todos los que tienen hambre y sed de justicia
serán saciados.
“Bienaventurados los misericordiosos.” Ser misericordioso es
tratar a los demás mejor de lo que merecen. Así es como nos ha trata-
do Dios. Se complace en mostrarnos misericordia. El es bondadoso
para con los ingratos y malos.
[54]