Página 40 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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Cristo Nuestro Salvador
Nos enseña que así es como debemos tratarnos unos a otros.
Dice: “Sed benignos los unos para con los otros, compasivos, perdo-
nándoos los unos a los otros, así como Dios también en Cristo os ha
perdonado a vosotros.”
Efesios 4:32
.
“Bienaventurados los de limpio corazón.” Dios hace más caso
de lo que somos en realidad que de lo que pretendemos ser. La
hermosura de nuestra apariencia le es indiferente; lo que él desea es
que nuestros corazones sean puros, porque siendo puro el corazón,
buenas serán nuestras palabras y nuestras acciones.
El rey David oró diciendo: “¡Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí!” “¡Sean aceptos
los dichos de mi boca, y la meditación de mi corazón, delante de ti,
oh Jehová, roca mía y mi redentor!”
Salmos 51:10
;
19:14
.
“Bienaventurados los pacificadores.”
Mateo 5:9
. Todos los que
tengan el espíritu manso y humilde de Cristo serán pacificadores.
Este espíritu no provoca nunca contiendas, ni contesta con réplicas
airadas. Hace feliz el hogar e imparte una dulce paz que se convierte
en bendición para todos los que caen bajo su suave influencia.
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la
justicia.”
Mateo 5:10
. Cristo sabía que por causa de él muchos de
sus discípulos serían echados en la cárcel y muertos, y sin embargo
les dijo que no se entristeciesen por eso.
Nada puede dañar a los que aman y siguen a Cristo, porque él
estará con ellos en todas partes y en todas las circunstancias. Pueden
ser muertos, pero él les dará la vida eterna y una corona de gloria
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que nunca ha de marchitarse.
Por medio de ellos otros llegarán a conocer al amado Salvador.
Cristo dijo a sus discípulos:
“Vosotros sois la luz del mundo.”
Mateo 5:14
. Jesús iba a dejar
pronto la tierra y volver a su hogar celestial. Pero los discípulos
habían de enseñar al pueblo tocante a su amor. Habían de ser como
luces entre los hombres.
Como la luz del faro, resplandeciendo en las tinieblas, guía fe-
lizmente a los buques al puerto, así también los discípulos de Cristo
han de brillar en la obscuridad de este mundo para conducir a los
hombres a Cristo y a la patria celestial.
Esto es lo que deben hacer todos los discípulos de Cristo, quien
los invita a que colaboren con él en la salvación de los hombres.