Página 48 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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El buen pastor
El Salvador se llamó a sí mismo pastor, y a sus discípulos sus
ovejas. Dijo: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y mis
ovejas me conocen a mí.”
Juan 10:14
.
Cristo iba a dejar pronto a sus discípulos y les dirigió estas
palabras para consolarlos. Cuando ya no estuviera más con ellos se
acordarían de ellas.
Siempre que vieran a un pastor vigilando sus ovejas, pensarían
en el amor del Salvador y en el cuidado que tiene de ellos.
Era costumbre en aquel país que los pastores cuidasen sus re-
baños tanto de día como de noche. De día el pastor solía conducir
las ovejas por bosques y colinas pedregosas hasta llegar a campos
deliciosos de ricos pastos cerca del río.
Por la noche velaba guardándolas de las fieras y de los ladrones
que a menudo merodeaban cerca. Cuidaba tiernamente a las débiles
y enfermas, llevaba los corderitos en sus brazos. Por grande que
fuese el rebaño, el pastor solía conocer todas las ovejas y tenía un
nombre para cada una.
Asimismo Cristo, nuestro Pastor celestial, cuida de su rebaño es-
parcido por todo el mundo. Nos conoce a todos por nuestro nombre.
Sabe en qué casa vivimos, y el nombre de cada habitante de ella.
Cuida de cada uno como si no existiera otro más en el mundo.
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El pastor iba delante de sus ovejas y hacía frente a todos los
peligros. Acometía a las fieras y a los ladrones, y a veces el pastor
era muerto defendiendo a su rebaño.
Así cuida el Salvador a su rebaño de discípulos. El ha ido delante
de nosotros. Vivió en la tierra como nosotros. Fué niño, joven y
hombre adulto. Venció a Satanás y todas sus tentaciones, a fin de
que nosotros también podamos vencer.
Jesús murió para salvarnos. Aunque ahora esté en los cielos, no
nos olvida ni por un momento; él guardará segura cada una de sus
ovejas. Nadie que le siga puede ser arrebatado por el gran enemigo.
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