Página 49 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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El buen pastor
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Un pastor podía tener cien ovejas, pero si faltaba alguna, en lugar
de quedarse con las que estaban seguras en el redil, se iba en busca
de la que se había perdido. Caminaba en la obscuridad de la noche
tempestuosa, atravesando valles y colinas, y no paraba hasta haberla
encontrado.
Entonces la tomaba en sus brazos y la llevaba al redil. En lugar de
quejarse de la larga y penosa caminata, decía con gozo: “Regocijaos
conmigo, porque he hallado la oveja mía, que se había perdido.”
Lucas 15:4-7
.
Tampoco son el amor y el tierno cuidado del Salvador única-
mente para los que ya pertenecen a su redil, pues dijo: “El Hijo del
hombre vino para salvar lo que se había perdido.”
Mateo 18:11
.
“Dígoos, que así habrá gozo en el cielo por un pecador que se
arrepiente, más bien que por noventa y nueve justos que no tienen
necesidad de arrepentimiento.”
Lucas 15:7
.
Nosotros hemos pecado y nos hemos alejado del camino de Dios.
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Cristo dice que somos como la oveja que se ha extraviado del redil.
El vino para ayudarnos a vivir sin pecado. Esto es lo que él llama
traernos otra vez al redil.
Cuando volvemos al buen pastor y dejamos de pecar, Cristo dice
a los ángeles del cielo: “Regocijaos conmigo, porque he hallado la
oveja mía, que se había perdido.” Y resuena un himno de júbilo del
coro angelical, llenando los cielos de la más exquisita melodía.
Jesús no nos presenta el cuadro de un pastor apesadumbrado que
regresa sin la oveja perdida. En esto tenemos la garantía de que ni
una sola oveja apartada del redil del Padre es pasada por alto. A
ninguna se la deja sin ayuda. A todos los que quieran ser redimidos,
el Salvador los rescatará del dominio del pecado.
¡Anímese todo el que se haya descarriado del redil! ¡El buen
Pastor le está buscando! Acuérdese de que su obra es “salvar lo que
se había perdido.” Esto abarca a todos.
Dudar de que nuestra salvación sea posible, es dudar del poder
salvador de aquel que nos ha comprado a tan alto precio. Dejemos
que la fe y la esperanza sustituyan a la duda y a la incredulidad. Con-
templemos las manos que fueron atravesadas en beneficio nuestro, y
regocijémonos en su poder salvador.