Página 61 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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La cena pascual
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Tenía mucho que decirles que sostendría sus corazones cuando
él ya no estuviera más con ellos; y para hablarles de estas cosas
había esperado esta última reunión antes de su muerte.
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Pero no se las podría decir en aquel momento, pues no esta-
ban listos para escucharle. Había habido una contienda entre ellos.
Creían aún que Cristo iba a ser proclamado rey, y cada cual quería
el puesto más alto en su reino. Así que albergaban sentimientos de
envidia y de enojo unos para con otros.
Hubo además otro motivo de disgusto. En cada fiesta era cos-
tumbre que un siervo lavara los pies de los huéspedes, y en aquella
ocasión se habían hecho los preparativos para ello. El cántaro de
agua, la palangana y la toalla, todo estaba listo para el lavamiento
de los pies, pero, como no había criado, a los discípulos les tocaba
hacerlo.
Cada uno de ellos se negaba a ser el sirviente de sus hermanos.
Ninguno estaba dispuesto a lavar los pies de los demás, así que se
sentaron a la mesa en silencio.
Jesús esperó un rato para ver lo que harían. Entonces se levantó
de la mesa, se ciñó con la toalla, echó agua en la palangana y co-
menzó a lavar los pies de los discípulos. La contienda de éstos le
abrumaba, mas no los reprendió con palabras ásperas. Demostró su
amor haciéndose siervo de sus propios discípulos. Concluído que
hubo les dijo:
“Pues si yo, que soy el Señor y el Maestro, os he lavado los pies,
vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque
os he dado ejemplo, para que vosotros también hagáis como yo he
hecho con vosotros.”
Juan 13:14, 15
.
De este modo Jesús les enseñó que debían ayudarse unos a otros.
En vez de buscar para sí el puesto más encumbrado, cada cual debía
estar listo para servir a sus hermanos.
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El Salvador vino al mundo a trabajar por los demás. Vivió con
el fin de ayudar y salvar a los necesitados y pecadores. Y quiere que
nosotros hagamos lo mismo.
Los discípulos estaban avergonzados de su envidia y egoísmo.
Sus corazones se llenaron de amor a su Maestro y sus hermanos. Es-
tuvieron entonces en condición de prestar atención a las enseñanzas
de Cristo.