Página 74 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

Basic HTML Version

70
Cristo Nuestro Salvador
su boca: como cordero, es conducido al matadero; y como es muda
la oveja delante de los que la esquilan, así él no abre su boca.”
Isaías
53:7
.
[105]
Los sacerdotes comenzaron a temer que no lograrían evidencia
alguna que pudieran presentar contra Cristo cuando lo llevaran preso
delante de Pilato. Comprendieron que era necesario hacer un esfuer-
zo supremo. El sumo sacerdote, levantando la mano derecha al cielo,
se dirigió a Jesús como para tomarle juramento solemne y le dijo:
“¡Te conjuro por el Dios vivo, que nos digas, si eres tú el Cristo,
el Hijo de Dios!”
Mateo 26:63
.
Jesús no negó su misión ni su parentesco con el Padre. Podía
guardar silencio frente a los insultos personales, pero siempre se
expresó clara y resueltamente respecto a su obra y a su personalidad
como Hijo de Dios.
Todos prestaron oído y fijaron sus miradas en él, esperando su
respuesta:
“Tú lo has dicho.”
En el lenguaje de aquel tiempo, esto equivalía a decir: “Sí” o
“Es como tú dices.” Y era la forma más enfática de contestación
afirmativa. Una luz celestial pareció alumbrar por un instante el
pálido rostro del Salvador cuando agregó:
“Sin embargo os digo, que en adelante habéis de ver al Hijo del
hombre sentado a la diestra del poder divino, y viniendo sobre las
nubes del cielo.”
Mateo 26:64
.
Con esta declaración el Salvador presentó una escena enteramen-
te opuesta a la que entonces se desarrollaba. Señalaba el momento en
que él ocupará el puesto de Juez supremo de cielo y tierra. Entonces
estará sentado en el trono de su Padre y contra sus fallos no habrá
apelación.
Les concedió una visión anticipada del día cuando en lugar de
[106]
estar rodeado y escarnecido por una multitud grosera y revoltosa,
vendrá en las nubes del cielo con poder y gran gloria. Entonces
será él quien pronunciará la sentencia sobre sus enemigos, entre los
cuales se encontrarán aquellos que entonces le acusaron.
Al declararse Jesús Hijo de Dios y Juez del mundo, el sumo
sacerdote desgarró sus vestiduras para manifestar el horror que le
causaba la blasfemia que acababa de oír y alzando las manos al cielo
exclamó: