Página 79 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

Basic HTML Version

Ante Pilato y Herodes
75
Al oír esta respuesta, Caifás y los que con él estaban advirtieron
a Pilato que Jesús había hecho confesión del crimen de que ellos le
acusaban. A grandes voces pidieron que fuese condenado a muerte.
Viendo que Cristo no contestaba nada a sus acusadores Pilato le
dijo:
“¿No respondes nada? ¡Mira de cuántas cosas te acusan!
“Jesús empero aún no respondió nada.”
Marcos 15:4, 5
.
Pilato se sintió perplejo. No hallaba ningún vestigio de crimen
en Jesús y no tenía ninguna confianza en los que le acusaban. El
noble continente y la serenidad del Hijo de Dios formaban un vivo
contraste con la agitación y el furor de sus acusadores. Esto hizo
mucha impresión en Pilato y le convenció de la inocencia de Jesús.
Con la esperanza de aclarar el asunto, internó al Salvador en su
casa para interrogarle así: “¿Eres tú el rey de los Judíos?”
[114]
Cristo no le dió contestación directa, sino que preguntó a Pilato:
“¿Dices esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?”
El Espíritu de Dios estaba luchando con Pilato. La pregunta
de Jesús tenía por objeto hacerle examinar más a fondo su propio
corazón. Pilato comprendió el significado de la pregunta. Pudo ver
lo que había en su propio corazón y quedó convencido de que era
pecador. Pero el orgullo pudo más que su conciencia y contestó:
“¿Acaso soy yo judío? Tu misma nación y los jefes de los sacer-
dotes te han entregado a mí. ¿Qué hiciste?”
Pilato desperdició su preciosa oportunidad. Pero Jesús quiso que
Pilato comprendiera que no había venido para ser rey terrenal y por
tanto le dijo:
“Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera mi reino,
entonces pelearían mis servidores para que yo no fuese entregado a
los judíos: ahora empero mi reino no es de aquí.”
Díjole entonces Pilato: “¿Eres, pues, rey?”
“Respondió Jesús: Tú dices que soy rey. Yo para esto nací, y a
este intento vine al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo
aquel que es de la verdad oye mi voz.”
Pilato tenía deseos de conocer la verdad. Su mente se hallaba
confundida. Sintió en su corazón un gran deseo de saber qué era
realmente la verdad y cómo podía obtenerla, y se valió de las palabras
del Salvador para preguntarle:
“¿Qué cosa es verdad?”