Página 107 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

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La selección de los maestros
La instrucción dada a la juventud y a los niños no debe ser su-
perficial. Los maestros, como personas puestas en defensa de la
verdad, deberían hacer cuanto puedan para elevar la norma. No pue-
de hacerse cosa peor para vuestra escuela sabática que poner, como
maestros, personas jóvenes que han revelado grandes defectos en su
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vida religiosa... No bajéis la norma en vuestras escuelas sabáticas.
Vuestros hijos deben tener maestros cuyo ejemplo e influencia sean
una bendición más bien que una maldición. Deben tener constante-
mente un elevado concepto de la virtud, la pureza y la santidad que
caracterizan la vida cristiana. Sus ideas sobre este punto no deberían
sufrir confusión; nadie debería proceder imprudente o ignorante-
mente en estos asuntos. No animéis por la voz ni por la pluma a
hombres o mujeres que no tengan valor moral y cuya vida pasada
muestre una falta de conciencia e integridad. Puede ser que sean
perspicaces, ingeniosos e inteligentes; pero si su corazón no se halla
imbuído con el Espíritu de Dios, y si no tienen integridad de carác-
ter, su influencia señalará hacia la tierra y no hacia el cielo, y será
destructiva dondequiera que se encuentren y en cualquier cosa en
que se ocupen.
Tenemos gran necesidad de hombres y mujeres que se den cuenta
de lo que es el pecado y aborrezcan la iniquidad; que tengan un
criterio espiritual para discernir las necesidades de la causa de Dios,
y trabajar con fervor abnegado y desinteresado, conservando el yo
siempre escondido en Jesús. Necesitamos hombres jóvenes a quienes
Dios pueda aprobar, jóvenes de una piedad práctica, que posean
conciencias prontas para percibir y reconocer el peligro; hombres y
mujeres que no se exalten a sí mismos y que no procuren esconder
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la deformidad del alma bajo una capa de piedad; personas que
sientan su debilidad y las imperfecciones del carácter, y que en la
impotencia del alma se aferren de Cristo Jesús. Aquellos que confían
en sí mismos, y creen que su modo de obrar está por encima de toda
crítica, harán una obra muy imperfecta. Dijo el apóstol: “Cuando
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