Cristo y no el hombre ha de ser el modelo
Que el maestro de la escuela sabática no imite el ejemplo de
los que no creen en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
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Jesucristo, ni aun cuando aquellos que ministran en el púlpito sa-
grado les hayan dado tal ejemplo. El que quiere ser aceptado como
colaborador de Dios no debe estar imitando el tono, las maneras o
ideas de otro hombre. Tiene que aprender de Dios, y estar dotado de
sabiduría celestial. Dios ha dado el don de la razón y la inteligencia
tanto a un obrero como a otro; y según vuestra capacidad, habéis
de entregar los talentos a los “banqueros.” El Señor no quiere que
ningún obrero sea la mera sombra de otro a quien admire. El maestro
tiene que crecer hasta la medida de la estatura de Cristo; no hasta
la medida de algún mortal finito y errante. Tenéis que crecer en la
gracia, y ¿dónde puede hallársela? Sólo en Cristo, el Modelo divino.
Mire, pues, cada cual a Cristo, e imite al Modelo divino. Que
cada obrero empeñe hasta lo sumo sus facultades para trabajar en
armonía con el plan de Dios. Aprenda en la escuela de Cristo, a
fin de ser sabio para instruir a otros. Los que son puestos bajo el
cuidado del maestro de la escuela sabática necesitarán la sabiduría y
la experiencia que Dios puede dar al que sigue a Cristo. Aprenda el
maestro de la mansedumbre y humildad de corazón de Cristo, a fin
de ser un maestro verdadero, y gane a sus alumnos para Cristo, para
que ellos, a su vez, lleguen a ser fieles misioneros en el gran campo
de la siega.—
Testimonies on Sabbath School Work, 76, 77
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