Página 169 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

Basic HTML Version

Enseñemos la benevolencia a los niños en el hogar
Nuestro gran adversario está constantemente trabajando con
poder para inducir a la juventud al abandono, al orgullo y a la ex-
travagancia, para que su mente y corazón estén tan completamente
ocupados con estas cosas que no haya lugar para Dios en sus afectos.
[157]
Por este medio está él deformando el carácter e impidiendo el desa-
rrollo del intelecto de la juventud de esta generación. Es el deber de
los padres contrarrestar su obra. Toda influencia que se ejerza sobre
los jóvenes para conservar en su corazón la humildad verdadera
y sincera, y el conocimiento de la voluntad divina, contribuirá a
impedir que sean corrompidos por los vicios de este siglo.
Una de las barreras más eficaces contra la creciente marea de
maldad, es el cultivo de hábitos de abnegación y benevolencia. A
los niños se les debe enseñar a mirar con repugnancia los hábitos
de egoísmo y codicia. Dios tiene sagrados derechos sobre ellos, y
es necesario que se los instruya, mandamiento tras mandamiento,
precepto tras precepto, para que reconozcan y concienzudamente
respeten esos derechos.
Hágaseles recordar siempre a las mentes jóvenes y tiernas, que
Dios está dando constantemente su bendición a sus hijos necesitados
en la luz del sol y en las lluvias que hacen que florezca la vegetación
y produzca la tierra sus abundantes frutos para uso del hombre.
Estas bendiciones no se nos dan para que reteniendo los tesoros de
la bondad de Dios, y fijando en ellos nuestros afectos, estimulemos
nuestra naturaleza egoísta, sino para que podamos dar al Dador dones
y ofrendas. Esta es la más pequeña expresión de amor y gratitud que
podemos devolver a nuestro benévolo Creador.
[158]
Ha habido gran dejadez de parte de los padres en procurar in-
teresar a sus hijos en el desarrollo de la causa de Dios. En muchas
familias, parece que se hace caso omiso de los niños, como si ellos
fuesen seres irresponsables. Algunos padres aun roban a Dios lo que
por derecho le pertenece como diezmos y ofrendas, para poder juntar
riquezas para sus hijos, sin pensar que al hacerlo, están abriendo a
165