El tratamiento de los alumnos que yerran
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idéntica. Nunca publiquéis los errores de ningún alumno fuera del
círculo en que tienen que conocerse; porque si lo hacéis, se creará
un sentimiento de simpatía para con el culpable, dejando en las
mentes la impresión de que se lo ha tratado de una manera injusta.
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Al exponer la mala conducta del alumno, puede ser que se lo arroje
al campo de batalla de Satanás, y que desde ese mismo momento
vaya constantemente hacia abajo. Cristo tiene mucha paciencia con
nosotros, y nosotros debemos ser como Cristo. El no nos rechaza a
causa de nuestros errores, sino que nos reprende con ternura y por
medio del amor nos atrae a sí.
Se necesitan sabiduría y paciencia
Si los maestros ven que es imposible conseguir que cierto alumno
se someta a la disciplina en la clase en que está, póngaselo en
otra, porque puede ser que otro maestro logre suplir la deficiencia.
Puede ser que otro tenga lo que a un maestro le falta; pero si podéis
conseguir la confianza del niño, si lo podéis ligar a vuestro corazón
con los vínculos de la simpatía y el amor, quizá ganéis un alma
para Cristo. Puede ser que el muchacho travieso, voluntarioso e
independiente, cambie de carácter.
Pero aunque es necesario manifestar amor y simpatía para con
vuestros alumnos, es debilidad manifiesta mostrar parcialidad y des-
pertar así la suspicacia y los recelos. Los niños son muy prontos
para descubrir si el maestro prefiere a alguno, y a menudo el alumno
favorito mide su fuerza, su aptitud y destreza con las del maestro en
el manejo de la clase. Puede ser que se decida a ser jefe; y a menos
que el maestro posea la gracia de Cristo, manifestará debilidad, se
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volverá impaciente, exigente y severo. El alumno más prominente de
la clase generalmente transmitirá su propósito a los demás alumnos,
y habrá un esfuerzo combinado para obtener el dominio. Si el maes-
tro sabe dominarse mediante la gracia de Cristo, si sujeta las riendas
con mano firme y paciente, subyugará el elemento turbulento y se
conquistará el respeto de sus alumnos. Una vez que esté restablecido
el orden, manifiéstese bondad, paciencia y amor. Puede ser que la
rebelión vuelva a levantarse muchas veces, pero no debe mostrarse
un genio irascible. No habléis ásperamente al que ha hecho el mal,
desanimando así a un alma que está luchando con las potestades