Página 207 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

Basic HTML Version

El tratamiento de los alumnos que yerran
203
idéntica. Nunca publiquéis los errores de ningún alumno fuera del
círculo en que tienen que conocerse; porque si lo hacéis, se creará
un sentimiento de simpatía para con el culpable, dejando en las
mentes la impresión de que se lo ha tratado de una manera injusta.
[193]
Al exponer la mala conducta del alumno, puede ser que se lo arroje
al campo de batalla de Satanás, y que desde ese mismo momento
vaya constantemente hacia abajo. Cristo tiene mucha paciencia con
nosotros, y nosotros debemos ser como Cristo. El no nos rechaza a
causa de nuestros errores, sino que nos reprende con ternura y por
medio del amor nos atrae a sí.
Se necesitan sabiduría y paciencia
Si los maestros ven que es imposible conseguir que cierto alumno
se someta a la disciplina en la clase en que está, póngaselo en
otra, porque puede ser que otro maestro logre suplir la deficiencia.
Puede ser que otro tenga lo que a un maestro le falta; pero si podéis
conseguir la confianza del niño, si lo podéis ligar a vuestro corazón
con los vínculos de la simpatía y el amor, quizá ganéis un alma
para Cristo. Puede ser que el muchacho travieso, voluntarioso e
independiente, cambie de carácter.
Pero aunque es necesario manifestar amor y simpatía para con
vuestros alumnos, es debilidad manifiesta mostrar parcialidad y des-
pertar así la suspicacia y los recelos. Los niños son muy prontos
para descubrir si el maestro prefiere a alguno, y a menudo el alumno
favorito mide su fuerza, su aptitud y destreza con las del maestro en
el manejo de la clase. Puede ser que se decida a ser jefe; y a menos
que el maestro posea la gracia de Cristo, manifestará debilidad, se
[194]
volverá impaciente, exigente y severo. El alumno más prominente de
la clase generalmente transmitirá su propósito a los demás alumnos,
y habrá un esfuerzo combinado para obtener el dominio. Si el maes-
tro sabe dominarse mediante la gracia de Cristo, si sujeta las riendas
con mano firme y paciente, subyugará el elemento turbulento y se
conquistará el respeto de sus alumnos. Una vez que esté restablecido
el orden, manifiéstese bondad, paciencia y amor. Puede ser que la
rebelión vuelva a levantarse muchas veces, pero no debe mostrarse
un genio irascible. No habléis ásperamente al que ha hecho el mal,
desanimando así a un alma que está luchando con las potestades