Página 213 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

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El poder del silencio
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Los brazos extendidos de Cristo
El divino Maestro tiene paciencia con los errantes a pesar de toda
su perversidad. Su amor no se enfría; sus esfuerzos para ganarlos
no cesan. Con los brazos extendidos espera darles reiteradamente
la bienvenida a los errantes, a los rebeldes y aun a los apóstatas. Su
corazón es conmovido por la condición indefensa del niñito sujeto a
trato rudo. El clamor del sufrimiento humano nunca llega en vano a
sus oídos. Aunque todos son preciosos a su vista, la persona tosca,
de mal genio, porfiada, despierta más hondamente su simpatía y
amor, porque él rastrea de causa a efecto. El que es más fácilmente
tentado, el que está más inclinado a errar, es el objeto especial de su
solicitud.
Todo padre y todo maestro debe albergar los atributos de Aquel
que se identifica con la causa del afligido, el sufriente y el tentado.
Debe ser alguien que tenga compasión “de los ignorantes y extravia-
dos, pues que él también está rodeado de flaqueza.” Jesús nos trata
mucho mejor de lo que merecemos; y de la manera en que él nos ha
tratado debemos tratar a los demás. No se justifica la conducta de
ningún padre y de ningún maestro cuando es diferente de la que el
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Salvador manifestaría bajo circunstancias similares.—
Testimonies
on Sabbath School Work, 119-121
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