Página 30 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

Basic HTML Version

Escudriñad las escrituras
Ningún hombre, mujer o joven, podrá lograr la perfección cris-
tiana si descuida el estudio de la Palabra de Dios. Al escudriñar
cuidadosa y atentamente su Palabra, obedeceremos la orden de Cris-
to: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en
ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de
mí.” Este estudio capacita al que lo efectúa a observar atentamente
el Modelo divino, pues ellas testifican de Cristo. El Modelo debe
ser examinado a menudo y con toda atención a fin de imitarlo. A
medida que uno llega a dominar la historia del Redentor, descubre
en sí mismo defectos de carácter; su falta de semejanza a Cristo es
tan grande que ve que no puede ser un seguidor de él sin efectuar un
gran cambio en su vida. Continúa estudiando, con un deseo de ser
igual a su gran Ejemplo; capta las miradas, el espíritu de su amado
Maestro; observando se transforma. “Puestos los ojos en el autor, y
consumador de la fe, en Jesús” ...
La Palabra de Dios, hablada al corazón, tiene un poder vivifican-
te, y los que elaboren una excusa para explicar el descuido en la tarea
[18]
de familiarizarse con ella, desatenderán lo que Dios espera de ellos
en muchos respectos. El carácter se deformará, y las palabras y los
hechos serán un baldón para la verdad. El apóstol nos dice: “Toda
Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios
sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra.” Uno de
los profetas de Dios exclama: “Encendióse fuego en mi meditación.”
Si los cristianos escudriñaran fervorosamente las Escrituras, más
corazones arderían con las vívidas verdades que en ellas están reve-
ladas. Sus esperanzas resplandecerían con las preciosas promesas
esparcidas como perlas a través de todo el contenido de las Sagradas
Escrituras. Al contemplar la historia de los patriarcas, los profetas,
los hombres que amaron y temieron a Dios y anduvieron con él, los
corazones brillarán con el espíritu que animó a aquellos héroes. A
medida que la mente se espacie en la virtud y en la piedad de los
26