Página 31 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

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Escudriñad las escrituras
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santos hombres de antaño, el espíritu que los inspiró encenderá la
llama del amor y el santo fervor en los corazones de aquellos que
quieran ser como ellos en carácter.
No descuidéis la lección de la Escuela Sabática
El estudiante de la escuela sabática debe ser tan concienzudo
en su fervor por estar versado en el conocimiento de las Escrituras
como por sobresalir en el estudio de las ciencias. Si alguna de las
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dos cosas se descuida, deben ser las lecciones de los seis días. El
mandato de nuestro Salvador debe ser considerado religiosamente
por todo hombre, mujer y niño que profese su nombre.
Los maestros de la escuela sabática tienen un campo misionero
que se les ha asignado para
enseñar
las Escrituras, no para repetir
como loro aquello en que no han invertido ningún esfuerzo para
entenderlo. “Ellas son las que dan testimonio de mí:” el Redentor,
Aquel en el cual se centralizan nuestras esperanzas de vida eterna. Si
los maestros no se hallan imbuídos del espíritu de la verdad, y no se
preocupan por adquirir el conocimiento de lo que ha sido revelado
en la Palabra de Dios, ¿cómo pueden presentar la verdad en una
forma atractiva ante aquellos que se hallan a su cargo?
La oración de Cristo por sus discípulos fué: “Santifícalos en
tu verdad: tu palabra es verdad.” Si hemos de ser santificados por
medio de un conocimiento de la verdad hallada en la Palabra de
Dios, debemos tener un conocimiento inteligente de su voluntad
allí revelada. Debemos escudriñar las Escrituras: no meramente
volar a través de un capítulo y repetirlo, sin dedicar esfuerzo para
comprenderlo, sino cavar para encontrar la joya de la verdad, que
enriquecerá la mente y fortificará el alma contra los ardides y las
tentaciones del archiengañador.
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Excusas baladíes para explicar el descuido
Los padres presentan excusas baladíes para no interesarse ellos
mismos en las lecciones junto con sus hijos, y dejan de llegar a
ser versados en las Escrituras. Tanto los padres como las madres
se excusan a sí mismos por no disciplinar sus propias mentes. No
buscan primeramente el reino de Dios y su justicia, sino que exaltan