Página 42 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

Basic HTML Version

El maestro ha de ser alguien que aprende
“También, huye de los deseos juveniles; mas sigue la justicia, la
fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de limpio corazón.
Empero las cuestiones insensatas e insulsas desecha, sabiendo que
engendran contiendas.” Aquellos que quieren llegar a ser instructores
de los jóvenes y niños, tienen que aprender mucho, muchísimo,
tanto en los preceptos como experimentalmente, para ser obreros
de buen éxito para Dios. Tienen que crecer en la gracia y en el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, hasta llegar
a la medida de la estatura de Cristo. El crecimiento en la gracia es
testimonio del hecho de que permanecéis en Cristo como el pámpano
en la vid. Si permaneciereis en él tendréis poder para discernir las
verdades espirituales, porque las cosas espirituales se disciernen
espiritualmente.
“Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la
palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno.”
Dios ruega a los hombres y mujeres jóvenes que aprovechen en
lo posible las aptitudes que les han sido confiadas. El quiere que
cultivéis hábitos de diligencia y de estudio, para que perfeccionéis
los talentos que él os ha dado. Dios aceptará vuestros servicios y
el perfeccionamiento de vuestros talentos, pero no puede mirar con
aprobación el trabajo hecho sin interés y a medias. Todo ramo de la
obra de Dios requiere el ejercicio de la más alta aptitud; demanda
[33]
que pongáis en juego toda ayuda que esté a vuestro alcance, y que
dirijáis vuestros más nobles impulsos a la propagación de la verdad.
El exaltado y sagrado carácter de la obra requiere el alistamiento de
las más altas facultades intelectuales y espirituales, para que ella sea
debidamente representada delante de los que están sentados en las
tinieblas y en la sombra de muerte.
Si sois llamados a ser maestros en cualquier ramo de la obra de
Dios, sois también llamados a aprender en la escuela de Cristo. Si
asumís la sagrada responsabilidad de enseñar a otros, aceptáis el
deber de ir al fondo de cada tema que tratéis de enseñar. Si presentáis
38