Página 79 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

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La lección suprema
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hombres y mujeres que a los pies de Jesús hayan aprendido qué
cosa es la verdad, y cómo presentarla a otros. Son hombres santos,
hombres humildes, hombres que se mantengan unidos a Cristo, los
que se necesitan para desempeñar el cargo de educadores de nuestra
juventud en la escuela sabática.
La mayor necesidad
Nicodemo vino al Señor pensando entablar una larga discusión
con él sobre puntos de menor importancia, pero Jesús expuso los
primeros principios de la verdad, y mostró a Nicodemo que lo que él
más necesitaba era humildad de corazón, un espíritu susceptible de
enseñanza, un corazón nuevo; que si quería entrar en el reino de Dios
tenía que nacer otra vez. Y, ¿no hay en la escuela sabática quienes
ocupan puestos de responsabilidad que se irritarían y fastidiarían si
yo les dijera que aunque son maestros de Israel, también necesitan
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nacer de nuevo? Nicodemo se extrañó de que Cristo le hablara en
la forma en que lo hizo, sin respetar su posición de dirigente en
Israel, y no estaba preparado para recibir la verdad, contestando a
Cristo con palabras llenas de ironía. “Dícele Nicodemo: ¿Cómo
puede el hombre nacer, siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el
vientre de su madre, y nacer?” El reveló el hecho, como lo hacen
muchos cuando la verdad cortante toca en lo vivo de su conciencia,
de que el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios.
No hay nada en ellos que responda a las cosas espirituales, porque
las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. Pero aunque
Nicodemo no comprendió sus palabras, Jesús no se impacientó ni
se desanimó, sino que procuró hacer más clara su exposición de la
verdad. Con solemne y tranquila dignidad, Jesús repitió sus palabras
de una manera que le convencería de que eran verdad: “De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere del agua y del Espíritu, no
puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de
que te dije: Os es necesario nacer otra vez.”