Trabajo personal en favor de los miembros de la
clase
Es preciso que nuestros maestros sean hombres y mujeres conver-
tidos, que sepan lo que significa luchar con Dios, y que no descansen
hasta que los corazones de los niños estén templados para amar,
loar y glorificar a Dios. ¿Quiénes quieren ser obreros fervientes que
trabajen para ganar almas en nuestras escuelas sabáticas? ¿Quiénes
tomarán a los jóvenes, uno a uno, y orarán y hablarán con ellos,
haciéndoles súplicas personales y rogándoles que entreguen su cora-
zón a Jesús, para que sean como sabor grato a Cristo? El contemplar
la magnitud de la obra y ver cuán poco es apreciada, nos impulsa
a gemir en espíritu y exclamar: ¿Quiénes aceptarán estas graves
responsabilidades y velarán por las almas como quienes han de dar
cuenta? Somos los representantes de Cristo en la tierra. ¿Cómo
[83]
cumplimos nuestra misión? Los representantes de Cristo estarán
en diaria comunión con él. Sus palabras serán escogidas, su hablar
sazonado con gracia, su corazón lleno de amor, y sus esfuerzos,
sinceros, fervientes y perseverantes para salvar a las almas por las
cuales Cristo murió. Hagan todos cuanto puedan por la salvación
de los queridos niños y jóvenes, y más tarde escucharán con go-
zo las palabras de Jesús: “Bien, buen siervo y fiel, ... entra en el
gozo de tu Señor.” ¿Qué es este gozo? Es ver a los santos redimi-
dos, salvados por la sangre de Jesucristo, por haber servido ellos de
instrumento.—
Testimonies on Sabbath-School Work, 15
.
84