Página 93 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

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Reunid a los infantes
Juntad a los niñitos de labios balbucientes, a los jóvenes y ancia-
nos, y ponedlos a la tarea de resolver misterios que los sabios de la
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tierra no han comprendido a pesar de poseer intelectos gigantescos.
Las importantes verdades de la Palabra de Dios son para los humil-
des y deseosos de aprender a los pies del divino Maestro. Jesús se
regocijó en espíritu a causa de esto, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor
del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios
y de los entendidos y las hayas revelado a los niños: así, Padre, pues
que así agradó en tus ojos.”
No permitáis que ideas mezquinas proscriban y obstaculicen
vuestras labores. “El campo es el mundo.” Las doctrinas de la verdad
están claramente reveladas en cada página de la Palabra de Dios, y,
no obstante, el enemigo tiene el poder de obcecar de tal manera las
mentes de los que tienen desmedida confianza en sí mismos, que no
entienden las expresiones más claras y sencillas. Enséñese la verdad
a nuestros hijos. Armeselos de la revelación de la Palabra de Dios.
Sepan relatar lo que está escrito en las Escrituras de verdad. Que el
ministro desde el púlpito, con labios tocados con un ascua del altar
del cielo, hable las palabras de vida que, cual si fuesen de fuego, se
abrirán camino hasta el corazón y el alma de aquellos que, aunque
sabios en la sabiduría del mundo, no entienden la sabiduría que es
de lo alto.
La pregunta “¿Qué cosa es verdad?” debería hacerse con decidi-
do interés. Debemos responder al mandato de Dios, y avanzar desde
la luz hacia una luz mayor. Es imposible que los soldados de Cristo
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se queden estancados, descuidados e inactivos. Hay constantes pro-
gresos que hacer. La providencia de Dios nos guía a avanzar paso
a paso en la senda de la obediencia. Que los padres y los maestros
impriman en la mente de los niños la verdad de que el Señor los
está probando en esta vida, para ver si lo obedecerán con amor y
reverencia. Aquellos que no quieren obedecer a Cristo aquí, no lo
obedecerían en el mundo eterno. El Señor procura alistarlos para
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