Página 101 - Consejos para la Iglesia (1991)

Basic HTML Version

“Heme aquí, señor, envíame a mí”
97
del Maestro, para que todos puedan usar prácticamente su luz. Los
que tienen la vigilancia de las iglesias, deben elegir a miembros
capaces, y encargarles responsabilidades, al mismo tiempo que les
dan instrucciones acerca de cómo pueden servir y beneficiar mejor a
otros
Los mecánicos, los abogados, los negociantes, los hombres de
todos los oficios y profesiones, se educan a fin de llegar a dominar
su ramo. ¿Deben los que siguen a Cristo ser menos inteligentes,
y mientras profesan dedicarse a su servicio ignorar los medios y
recursos que han de emplearse? La empresa de ganar la vida eterna
[123]
es superior a toda consideración terrenal. A fin de conducir las almas
a Cristo, debe conocerse la naturaleza humana y estudiarse la mente
humana. Se requiere mucha reflexión cuidadosa y ferviente oración
para saber cómo acercarse a los hombres y las mujeres a fin de
presentarles el gran tema de la verdad
Tan pronto como se organice una iglesia, ponga el ministro a los
miembros a trabajar. Necesitarán que se les enseñe cómo trabajar con
éxito. Dedique el ministro más de su tiempo a educar que a predicar.
Enseñe a la gente a dar a otros el conocimiento que recibieron.
Aunque se debe enseñar a los nuevos conversos a pedir consejo a
aquellos que tienen más experiencia en la obra, también se les debe
enseñar a no poner al ministro en el lugar de Dios.
La mayor ayuda que pueda darse a nuestro pueblo consiste en
enseñarle a trabajar para Dios y a confiar en él, y no en los ministros.
Aprendan a trabajar como Cristo trabajó. Unanse a su ejército de
obreros, y préstenle un servicio fiel
Abran los maestros el camino trabajando entre el pueblo, y otros,
al unirse con ellos, aprenderán de su ejemplo. Un ejemplo vale más
que muchos preceptos
Aquellos que tienen a su cargo el cuidado espiritual de la iglesia
deberían idear formas y medios por los cuales se pueda dar a cada
miembro de iglesia la oportunidad de que tenga alguna parte en la
obra de Dios. En el pasado no siempre se ha hecho esto. No se han
llevado completamente a cabo planes para que los talentos de todos
pudieran emplearse en un servicio activo. Hay sólo unos pocos que
se dan cuenta de cuánto se ha perdido debido a esto.
[124]
En cada iglesia hay talentos que, con la debida instrucción, po-
drían desarrollarse para llegar a ser una gran ayuda en esta obra.