Página 154 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
bras o de pensamientos debe ser rehuida por aquel que quiera tener
un claro discernimiento de la verdad espiritual
Algunos reconocerán el mal de las prácticas pecaminosas, y, sin
embargo, se disculparán diciendo que no pueden vencer sus pasio-
nes. Esta es una admisión terrible de parte de una persona que lleva
el nombre de Cristo. “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el
nombre de Cristo”.
2 Timoteo 2:19
. ¿Por qué existe esta debilidad?
Es porque las propensiones animales han sido fortalecidas por el
ejercicio, hasta que han prevalecido sobre las facultades superiores.
A los hombres y mujeres les faltan principios. Están muriendo espi-
ritualmente porque han condescendido durante tanto tiempo con sus
apetitos naturales que su dominio propio parece haber desaparecido.
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Las pasiones inferiores de su naturaleza han empuñado las riendas,
y la que debiera ser la facultad dominante se ha convertido en la
sierva de la pasión corrupta. Se mantiene al alma en la servidumbre
más abyecta. La sensualidad ha apagado el deseo de santidad, y ha
agostado la prosperidad espiritual
No mancilléis el templo de Dios
La obra especial de Satanás en estos últimos días es posesionarse
de la mente de la juventud, corromper los pensamientos e inflamar
las pasiones; porque sabe que al hacer esto, puede guiarlos a acciones
impuras y así se denigrarán todas las nobles facultades de la mente
y puede dominarlos de acuerdo con sus propios propósitos
Mi alma se aflige por los jóvenes que forman su carácter en
esta era de degeneración. Tiemblo también por sus padres, porque
se me ha mostrado que en general no entienden su obligación de
educar a sus hijos en el camino por donde deben andar. Consultan las
costumbres y las modas; y los niños no tardan en dejarse llevar por
éstas y se corrompen, mientras sus indulgentes padres no advierten el
peligro. Pero muy pocos jóvenes están libres de hábitos corrompidos.
En extenso grado se los exime de ejercicio físico por temor a que
trabajen demasiado. Los padres mismos llevan las cargas que sus
hijos debieran llevar. Es malo trabajar con exceso, pero los resultados
de la indolencia son más temibles. La ociosidad conduce a la práctica
de hábitos corrompidos. La laboriosidad no cansa ni agota una quinta
parte de lo que rinde el hábito pernicioso del abuso propio. Si el
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